Camarada, tienes algo en el buzón. El coordinador regional de Izquierda Unida y segundo del Gobierno andaluz, Diego Valderas, ha escrito una carta a los militantes de su coalición explicándoles por qué la formación apoya los recortes que ha propuesto Griñán y que supondrán un ahorro de 2.700 millones de euros, de los que 747 saldrán de bajar el sueldo a los 260.000 empleados públicos. Valderas ha debido emplear todas sus dotes persuasivas. Ya desde aquello de San Pablo y los Corintios sabemos que escribir epístolas puede tener su efecto. La correspondencia ha dado mucho a la literatura y a la política. Ahí están por ejemplo –por citar un solo caso– las misivas entre Simon de Beauvoir y Sartre, en las que él la llama «pequeña mía», le cuenta sus progresos literarios, le explica sus almuerzos en el café de La Gare, sus lecturas de Faulkner o Doss Passos, sus visitas, sus opiniones políticas.

Valderas no es Sartre ni tampoco como dicen sus enemigos un desastre, pero en la seducción que salga de su pluma está el futuro del Gobierno andaluz. No va a pasar pero si IU (sus doce diputados) decidieran tumbar el proyecto para los recortes, el Ejecutivo andaluz quedaría, sino en bragas que es muy vulgar aunque fresquito en verano, sí en corpiño. Caería. Sería derribado por minoritario. Presa de pinza o de indiferencia. Pero el PSOE no ha repartido el Gobierno con IU para que ahora estos no los apoyen. Eso mismo pero con otra conclusión puede que piensen las bases de IU: no hemos repartido Gobierno con el PSOE para que ahora nos obliguen a tragar con estos. La cosa es que si no apoyan la medida habría que despedir, para ahorrar lo antes citado, a unos 24.000 empleados.

El cálculo de que el Gobierno podría caer no es nuestro, el propio Valderas, aún a riesgo de ser acusado literariamente de tremendista y no de romántico, se pone en tal tesitura en su carta, en la que pide tiempo, como los entrenadores de baloncesto en apuros, a sus propios conmilitones y les recuerda la actividad legislativa del Ejecutivo andaluz, que a él le parece febril y que no pocos califican con desdén de inadvertida o desapercibida. Valderas no se deja en el tintero su opinión más radical pero no por eso no muy descaminada: «Entregar el Gobierno al Partido Popular habría supuesto el despido masivo de funcionarios».

No sabemos si obtendrá el silencio por respuesta o un aluvión de cartas de apoyo o desacuerdo, tal vez encabezadas con aquello de «Espero que al recibo de la presente se encuentre usted bien. Yo, bien. A Dios gracias». Sobre todo si se trata de funcionarios. Agradecen que Valderas haya tomado cartas en el asunto.