Hay quien piensa que París sigue con los resabios colonialistas de la vieja Françafrique y que su intervención en Mali así lo demuestra. No lo creo, más bien pienso que Francia es uno de los pocos países con una política exterior digna de ese nombre, con capacidad de reacción militar rápida y dispuesta a pagar un precio en defensa de sus intereses, que son cosas que casi nadie se puede permitir. Igual que su firmeza frente al terrorismo, aunque acabe de fracasar en su intento de liberar al agente de la DGSD secuestrado en Somalia. Confieso que son cosas que admiro. Mali es uno de los países más pobres del planeta (hace el número 165 sobre 193 en PNB), no tiene petróleo (hay oro) y sus escasos intereses comerciales o los 6000 franceses allí residentes (fácilmente repatriables) no justifican una intervención militar como la que acaba de emprender François Hollande. La respuesta ya ha llegado con la toma de rehenes en la instalación petrolera de Argelia y los islamistas han amenazado con «llevar el infierno» al corazón de Europa.

La razón por la que Francia interviene en Mali es el avance islamista sobre Bamako y la defensa de los intereses occidentales tal como los entiende ante el riesgo de que el país se convierta en otro estado fallido -como ya son Somalia o Afganistán- que sea una base para la desestabilización de los países vecinos, que se convierta en refugio de radicales de todo pelaje y condición donde las armas y las drogas circulen con total libertad, donde se secuestre a cooperantes europeos y desde donde se puedan organizar y lanzar operaciones terroristas contra nuestros propios países. No son fantasías y los españoles deberíamos saberlo mejor que nadie pues nuestro país sería uno de los más afectados por el caos de Mali si Francia no lo remedia. España tiene más intereses en Mali que en Afganistán, no en balde Mauritania está en frente de Canarias y podría tener importantes reservas de petróleo aún por explorar, la estabilidad de Marruecos es clave para nuestra propia estabilidad y nuestros intereses pesqueros en África occidental son grandes, como lo son nuestras importaciones de gas y petróleo de Argelia o Libia. Además, Mali es importante estratégicamente porque aunque Europa no tenga allí grandes intereses, no ocurre lo mismo en la vecina Níger, que posee un tercio de las reservas mundiales de uranio (con grandes inversiones de la francesa AREVA) y cuyo ejército forma una misión europea que manda un general español.

Por otra parte ya han huido de Mali unos 150.000 refugiados y se calcula que hay 200.000 desplazados, en otro desastre humanitario que no nos debe dejar indiferentes. Las situaciones de Mali y de Siria no se parecen en nada pero estoy seguro de que hay hoy muchos sirios que miran con envidia esta intervención extranjera.

Francia se ha lanzado en solitario a la operación Serval tras recibir una petición de un gobierno maliense (golpista) contra las cuerdas y haberse asegurado la bendición del Consejo de Seguridad de la ONU mientras la OTAN se mantiene al margen. Es cierto que hay una operación militar africana en curso, la MISMA (Misión Internacional en Mali), y que Senegal, Togo y Nigeria ya han enviado tropas de las que no creo que debamos esperar mucho. Todo esto revela que algo no funciona como debiera en Europa, donde los apoyos verbales son tan estridentes como escaso el entusiasmo por involucrarse directamente en la operación, más allá de algún avión para apoyo logístico o permisos de sobrevuelo y aterrizaje para la fuerza expedicionaria francesa. La Unión Europea se limita a hacer declaraciones, como siempre, y a ofrecer ayuda financiera.

No hay una política europea de Defensa -como tampoco la hay de armamento- y con excepción de franceses y británicos tampoco los países europeos tenemos fuerzas armadas con estructuras modernas o presupuestos de Defensa que permitan su rápida proyección exterior, aunque haya que reconocer que los franceses tienen su parte de culpa en el hecho de que no la haya pues se opusieron en 1954 al primer intento de crearla, la encajonaron en el Segundo Pilar (intergubernamental) del Tratado de Maastricht de 1992 y en 2004 votaron contra el proyecto de Constitución europea, que preveía una mayor integración en este ámbito. Por eso los americanos tienen que acabar interviniendo en Kosovo o sacándonos las castañas del fuego en Libia, aunque en Mali ya han dicho que no quieren ir más allá de apoyos de reabastecimiento en vuelo e inteligencia estratégica, que no es poco.

A mi juicio el mayor riesgo en este momento es la indefinición de la operación militar emprendida: No está claro si se pretende frenar el avance islamista hacia el sur para impedirles tomar Bamako con las armas obtenidas de los arsenales de Gadafi; si se trata de liberar la mitad norte del país donde se ha establecido un estado islámico, lo que exigiría mucho más tiempo y más medios porque aquí se añaden tensiones raciales entre un Norte blanco (árabe y tuareg) y un Sur negro (peul y songhay); o si, finalmente, la misión es aún más ambiciosa y tratará de reconstruir la maltrecha arquitectura institucional de Mali, lo que exigiría un compromiso a largo plazo, el apoyo de la comunidad internacional en su conjunto y enormes sumas de dinero pues en el fondo el problema desborda a Mali y se extiende a todo el Sahel, exigiendo para su adecuada resolución el compromiso de tuaregs y argelinos. Este es uno de los mayores riesgos de esta operación pues las guerras se sabe cómo comienzan pero no cómo terminan y más aún cuando son asimétricas como ésta. Veremos cómo salen de ella los franceses.

Es importante aclarar esto porque ni Francia tendrá resuello para una operación de largo alcance ni le será fácil encontrar apoyos sin una clara definición de los objetivos. Ya decía Donald Rumsfeld que es la misión la que hace la coalición. Y aquí decimos que no hay buen viento para quien no sabe adónde va y que hasta el rabo todo es toro.

*Jorge Dezcállar es embajador de España en EEUU