El PP causa sensaciones contrarias, más bien pobres y decepcionantes, cuando se pone nervioso. Más que nervioso, altanero. Hace casi un mes, a principios de febrero, unos manifestantes cortaron la avenida Ricardo Soriano de Marbella durante media hora para protestar por los recortes educativos. Habían pedido autorización pero se conoce que por un defecto de forma se les denegó. Aún así protestaron y al tiempo les llegó la respuesta de la Subdelegación del Gobierno en Málaga. Una multa de 2.000 euros para uno de los manifestantes, un chico de Secundaria, también perteneciente al movimiento 15M. Así es la ley. Poca gente que no se dedique cuasi profesionalmente al asunto de las manifestaciones, como los sindicatos por ejemplo, es consciente de que hay que pedir permiso para salir a la calle a mostrar su enfado. Es lógico que haya que calibrar cuestiones de orden público, tráfico, etc. Sin embargo, estoy convencido de que en muchas ocasiones las autoridades han hecho la vista gorda. Depende de si quién está al frente de la Subdelegación tiene un buen día y no le da por enredar. Pero si se levanta con el pie izquierdo la cosa cambia, lo mismo le entran ganas de dar ejemplo -que se habrán creído esos niñatos tanto protestar- y se calza al primero que pilla por organizar jaleo.

Un furor parecido atacó a González Pons, cuando, víctima de un escrache de la Plataforma de Afectados por la Hipotecas, les puso una denuncia por acoso a su familia. No está dirigida a nadie en particular, parece más una contramedida, una cortina de humo, para asustar a los de la PAH. Y, desde luego, se valió de su condición de diputado para airear el asunto y desprestigiarlos todo lo que pudo. Después de él llegó una cascada de críticas desde buena parte de las gradas de la política y también instrucciones del Gobierno a la policía para que identifique a todo aquel que acose a un político. Da miedo.

Las quejas por los desahucios van en aumento y sus organizadores están muy activos, muy hartos y también acosados. ¿Hay algo más violento que un desahucio? Que un destacamento policial, con cerrajero incluido, te eche de tu casa a la fuerza, con tu familia. Pero en este punto, las plataformas de afectados -hay 133 en por todo el país- deberían marcar un límite si no quieren verse deslegitimados. Si un banco no perdona una letra, un político no perdona un agravio. Cuando defienden a los afectados por la voracidad bancaria lo hacen desde una especie de altura moral porque su causa es justa y la ley injusta. Actúan como si fueran los portavoces de una sociedad descontenta y asustada. Pero al mínimo descuido pasarán de ser los defensores de los desvalidos a un grupo de violentos antidemócratas. Y no faltarán quienes se esmeren en ese afán para acabar con un movimiento muy crítico que vive al margen del control político.

Otra cosa distinta, otro matiz que radiografía un estilo político, es tomar la decisión de multar a Aznar por pasear a sus perros sueltos en las playas de Marbella. Podrían caerle hasta quinientos euros si no se encuentra rápidamente un pretexto. Por ejemplo, que la ordenanza municipal se esté modificando y no ha lugar la sanción. Es lo que argumenta el concejal de Medio Ambiente del ayuntamiento, Antonio Espada, del PP. Como si eso fuera una razón para no hacer cumplir la normativa en vigor. Qué tontería, por pasear tres perros. Por supuesto no importa tanto el hecho en sí como el gesto de que por ser quien fue el señor del bigote haya quien se esfuerce en dar rodeos. A Aznar, igual ni le han preguntado y preferiría pagar la multa que verse en tela de juicio por el exceso de celo de un concejal. Eso no lo sabemos, pero la postura del Ayuntamiento es discriminatoria, a favor de uno de los suyos. Tampoco es un ejemplo edificante -otra pincelada del retrato- que la Diputación haya fichado a una exdirectora de distrito de Málaga que dimitió después de quedar en evidencia conduciendo con una tasa de alcohol superior a la permitida. No se sabe qué criterio se utilizó para admitir su dimisión y cuál para rescatarla en otra institución pública. Hay quien ve la diferencia en que antes era un cargo público y ahora ostentará un mero cargo técnico. Claramente insuficiente, parece un coto privado.

Este tipo de actitudes no contribuyen a calmar el ánimo del personal, que señala al político como la fuente de todos sus males. Es un simplismo, claro, pero difícil de contrarrestar porque se alimenta de detalles como estos, deslavazados pero contundentes, los que más tocan las narices. Y dibujan un perfil que aumenta la vulnerabilidad al PP.

@jrmendaza