Si nos atenemos al palmarés, no hay defensa en el mundo como Sergio Ramos. Desgraciadamente para él los números no lo son todo. Mucho menos si se mira también lo que resta, porque el zaguero de los blancos ya es el futbolista más expulsado del Madrid en su historia, todavía por detrás en la Liga de «mitos» como Aguado y Pablo Alfaro, eso sí, pero a los que dejará sin duda atrás a no tardar mucho de seguir con el desasosiego que lo caracteriza últimamente más que nunca.

Sergio Ramos lo tiene todo para triunfar. De hecho, ha triunfado. Qué duda cabe de ello cuando en su currículo figuran títulos del mundo y europeos, además de nacionales, por supuesto, y siempre como titular, nada de acumular éxitos por figurar únicamente en la convocatoria y hacer unos minutillos. Ramos es tan indiscutible que a sus 27 años ya ha vestido la camiseta del equipo nacional nada menos que 115 ocasiones.

Está dotado de unas condiciones físicas y técnicas impecables. No podría ser de otra manera para acumular un historial deportivo como el suyo. Pero en el fútbol también se juega con la cabeza. Y a Ramos le está fallando mucho. Curiosamente cuando juega con el Madrid. Con España nunca fue expulsado. En su club ya han empezado a sonar las señales de alarma porque asocian su atolondramiento a un desmedido afán por el dinero. Mientras en la selección las cosas están bien claras, no hay posibilidad de renovaciones o mejoras de contrato, en el Madrid sí que hay campo para ello, sobre todo cuando llegan jugadores que sin haber ganado nada, como Bale, lo superan en salario, porque esta es la sospecha del futbolista y su entorno, su famoso hermano, René, pese a que oficialmente Florentino Pérez diga que después de Cristiano Ronaldo van Casillas y Ramos y a continuación los demás.

Hay por tanto una relación de amor - odio entre Ramos y Pérez. El presidente sabe que como jugador es fenomenal, pero los problemas que causa están empezando a hartarle. El defensa por su parte entiende que no se le valora como a otros. En la selección se siente más tranquilo y eso le ayuda a explotar mejor sus condiciones. En el Madrid es como si tuviese que demostrar que aún es mejor de lo que es, y justo eso se está convirtiendo en su talón de Aquiles. Ramos siempre tuvo la pretensión de ser más grande que Fernando Hierro, su gran ídolo. Lo ha conseguido, tanto que hasta lo supera en expulsiones, una marca que parecía imposible de mejorar en el caso de un jugador del Madrid.