Nadie se ha quedado en Madrid. Ni Jesé, aún convaleciente, ni Xabi Alonso, que no podrá jugar por sanción. Todos al avión, todos a Lisboa, todos a hacer piña aunque solo sea para despistar al rival. Simeone y Ancelotti tienen a sus huestes tan justitas de fuerzas, tienen a tantos jugadores entre algodones - Cristiano Ronaldo, Pepe, Benzema, Diego Costa, Arda Turan€- tras una temporada de una exigencia supina que todo vale ante la final de esta noche. Una final histórica de la Liga de Campeones a la que por primera vez en la historia llegan dos equipos de una misma ciudad. De Madrid al cielo€ o a los infiernos. Cibeles o Neptuno, ésa es la cuestión.

Doce años lleva esperando el Madrid por la Décima; cuarenta el Atlético por abrir su cuenta. Y para tener plaza esta noche en el lisboeta Estadio Da Luz se permite incluso recurrir a la serbia Marijana Kovacevic, la doctora en farmacología famosa por sus pócimas de placenta de yegua que, dicen, obra milagros entre los deportistas. Y el hispanobrasileño Diego Costa, al que se le daba por descartado el lunes tras diagnosticársele una lesión muscular de grado I en el bíceps femoral de la pierna derecha, lesión cuyo plazo habitual de recuperación es de dos semanas, se pasaba por su clínica el pasado miércoles y el jueves ya estaba trotando por los campos de la Ciudad Deportiva del Atlético.

Apodada la «Doctora Milagro», Marijana Kovacevic se hizo notar en el mundo del fútbol en 2009 al recuperar en tiempo récord al holandés Van Persie, entonces en las filas del Arsenal, de una fractura en los ligamentos del tobillo. Kovacevic presume de utilizar sustancias totalmente naturales combinadas con pequeñas descargas de electricidad de alta frecuencia; siendo su tratamiento más conocido, y controvertido, el de la placenta de yegua que masajea en la zona afectada.

El «milagro» obrado con Van Persie llevó a otros futbolistas a pasar por su consulta. Fueron los casos de Lampard (Chelsea), el español Riera en su etapa en el Liverpool o Kompany (Manchester City), o de los jugadores serbios Stankovic (Inter), Lazovic (PSV) o Pantelic (Ajax). Su fama creció a tal velocidad que el técnico español Rafa Benítez, entonces en el Liverpool, quiso incorporarla a la plantilla de los reds, a lo que la farmacóloga se negó.

La placenta es rica en hCG, la hormona gonadotropina coriónica que sólo producen las hembras en el embarazo y cuyo uso está prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). De ahí que de forma paralela a su fama creciera la polémica, especialmente después de que el futbolista israelí Yossi Benayoun, exjugador de Liverpool y Chelsea, asegurara que a él le había tratado con placenta de mujer. Primero fue la Sanidad serbia quien quiso investigar sus métodos y no lograron dar con su paradero, y luego el fisco reclamó su parte en los beneficios y tampoco tuvieron fortuna. El londinense Daily Mail aseguraba por entonces que la curandera Marijana no tenía una consulta fija, que cobraba 3.000 euros por sesión y que era habitual que cambiara de apariencia. De hecho, una simple visita a Internet nos muestra a la doctora Kovacevic tanto como una rubia de perfil nórdico como con una abundante melena negra. «No sabemos nada de sus métodos, ni de las sustancias que utiliza. Hablan de placenta de yegua, pero la placenta de yegua no tiene nada distinto a la de una mujer. Recuperar a un deportista es como cuidar una planta. Si la abonas crece más deprisa, pero no crece de un día para el siguiente», señalaba en El País el médico español Mikel Sánchez, referencia mundial en la cura de lesiones con plasma autólogo y en cuyas manos, por ejemplo, puso el tenista Rafa Nadal la recuperación de sus rodillas.

No está claro que Diego Costa pueda jugar esta noche, ni si estará dispuesto a arriesgarse a empeorar su lesión con el Mundial de Brasil a la vuelta de la esquina. En Brasil, por cierto, podrá verse a la doctora Kovacevic formando parte del cuerpo médico de€ Ghana. De momento el asunto de la «Doctora Milagro» le ha servido a Simeone para esconder sus cartas. Ante una final, y más de la Liga de Campeones, todo cuenta.