La inclusión en el PIB de la economía supersumergida de la prostitución y las drogas no supone, claro, la legalización de estas actividades, que en parte por cierto no eran propiamente ilegales (el cobro por sexo) y en parte sí (el tráfico de drogas). Está por ver como nos deja ese cambio, impulsado por Eurostat, en el ranking de los distintos países de la UE. Ignoro el modo en que se mide el volumen económico de esas actividades, pero no será más fácil que el de la economía sumergida «clásica», desarrollada por quienes hacen cada día cobros y pagos de cualquier tipo sin abonar IVA ni incluir el ingreso en la renta. Si también se contabilizara a efectos del PIB, el de los países del Sur de Europa daría un salto enorme respecto de los del Norte, y España al fin podría aspirar, por la vía golfa, a entrar en el G-7, aunque no se cómo nos mirarían al llegar a la primera reunión.