Me tocó a mí. Yo ejerciendo de conejillo ciudadano ante el semáforo en rojo, y un guía humano recordándome que parase ante la llegada del Metro en superficie. Y pasó ante mis ojos, con sus ojos laterales pintados en verde a la fenicia manera, silencioso, pegado a la vía como flotando por los raíles, y en apenas doce, quince segundos se alejó dejando al hospital Clínico de Málaga a su derecha y a mi coche atrás a su izquierda. El sol empezaba a ponerse y yo ya iba puesto de futuro, de modernidad, de civismo, de movilidad desde lo público, de sensación de pertenecer a la vieja Europa siendo un malagueño algo viajado. Y esa emoción en carne propia me hizo repensar lo que pensaba…

Málaga europea

El Metro en pruebas no debe soportar el peso de la cháchara política. Que fluya como una barca de hierro por las vías como si fuera por el mar de la ciudad. Mejor o peor trazado, tarde y aún por terminar, que fluya de una puñetera vez por Málaga. Lo pagamos entre todos los ciudadanos, sea la parte de Fomento o la municipal o la que ponen los ciudadanos del resto de Europa a través de sus impuestos, como ya lo hicieron los de la región alemana de Bavaria, por ejemplo, para que tuviéramos AVE Madrid-Málaga. Y que llegue a la Alameda de manera más o menos electoral, pero más pronto que tarde. Al verlo pasar ante mí ya no quiero que se entierre la obra un día más para volverla a empezar cuando haya dinero. Nunca lo habrá o siempre lo hubo. Está cualquier logro que mejore lo público en el paso adelante de quienes saben gestionar de verdad, con vocación de servicio y sin estrategia electoral ni vitalicia. Ahí está, o estuvo, y volverá a estar.

Unicaja soñó

No resulta fácil escribir cargado de estímulos. Esta semana hemos visto al Unicaja Málaga ganarle al mejor Real Madrid de baloncesto de los últimos años, completamente enchufados en lo que había que estar, un partidazo de vértigo, el tercero de semifinales ACB en el Carpena el martes pasado. Y quemar el último cartucho hasta forzar la prórroga anteayer con el tiro libre de Fran Vázquez. Cuatro años después la ilusión desborda de nuevo de verde el deporte malagueño. La misma semana que la Junta volvía a dar un ultimátum al jeque Al Thani respecto al incumplimiento de sus obligaciones con la concesión del puerto deportivo La Bajadilla, en Marbella. Lástima que a muchos aficionados les cueste separar los otros negocios de quien detenta una empresa deportiva, tan cargada de emociones ajenas, de esa condición de ser presidente de un club como el Málaga CF. Lástima..

Godzilla en Brasil

Emociones mundialistas, ya han pasado cuatro años, que ayer volvían a lo más alto del sofá de salón y de las peñas de bar con el primer partido de la selección española, la Roja, por ahora la mayor representación de la unidad nacional entre Rey abdicado y Rey que será proclamado este miércoles que viene. Aunque lo de anoche mejor olvidarlo. A propósito, que tanto la Roja como la naranja mecánica holandesa son selecciones coronadas, ya que los Países Bajos y España son reinos, eso sí, con monarquías representativas, ya que es en sus respectivos parlamentos donde radica constitucionalmente la soberanía nacional. En todo caso, no pareció que anoche se hablara mucho de ello en el brasilero estadio de Fonte Nova. Tampoco se habló de modelo de estado en el partido inaugural de este mundial de Brasil, pero alguno se acordó del emperador japonés de manera meramente circunstancial, árbitro mediante. Titular en portada que Neymar y Yuichi Nishimura (que es el nombre del colegiado japonés del encuentro) dieron la victoria a Brasil frente a Croacia era lo fácil. Pero viendo una y otra vez la repetición del penalti fantasma quizá fue también lo justo.

Manifestaciones y primas

A quienes nos duele la cuantía de las primas que recibirán los jugadores españoles, ese agravio comparativo tan descomunal en tiempos de crisis, incluso comparada con las de selecciones ya muy bien primadas como la alemana o la francesa, nos queda el derecho a tratar de no pensar demasiado y a celebrar el fútbol por el fútbol, sin sus contradicciones incendiarias y la ignorancia y el fanatismo que acoge en parte de sus gradas. También pretendemos desconectar quienes estamos preocupados por las manifestaciones de quienes se van quedando descolgados del crecimiento económico del gigante latinoamericano. No porque esas manifestaciones favorezcan el buen trato de los árbitros con la selección anfitriona, sino por el duro presente de quienes sufren en Brasil y el futuro de marginación que les prometen quienes pretenden consolidar la orgía del poco para muchos y el mucho para muy pocos.

¡Victoria!

Cuatro años hace ya de aquel gol de Iniesta. Recuerdo que lo celebré besando el vientre de la madre de mi hijo. Llegó al mundo unos dos meses después de la primera victoria española en un Mundial de fútbol. Para mí la verdadera gran victoria… Porque hoy es Sábado.