Permítanme que hable de dinero. Ya sé que no se debe, pero la ocasión lo merece. Un amigo, no tan joven como para estar en paro juvenil, emigró hace poco a Suecia y acaba de encontrar trabajo antes de lo esperado. Sí, he dicho antes de lo esperado. Es un trabajo físico y quizá para aptitudes medias, sin embargo él tiene óptimas actitudes y grandes conocimientos.

Tengo otro amigo que trabaja para el SAS, es médico y tiene una cualificación inmejorable y por sus manos pasa la vida de muchos malagueños cada semana. La responsabilidad es extrema, su amor a la medicina lo convierte en una persona que no mira el reloj en ningún momento si de su profesión se trata.

Un jardinero en Estocolmo y un médico en Málaga. No es el título de una película del Festival de Sundance ni el comienzo de un chiste es, a lo peor, el efecto de un drama de ciudad y comunidad andaluza. Mientras el primero tiene un trabajo estable y muy bien remunerado, el otro anda de contrato en contrato cada pocos días, con la espada de Damocles de la temporalidad y el porcentaje del contrato.

Una Europa en la que, demagogias aparte, un jardinero en Suecia cobra más y tienes mejores condiciones laborales que un médico en Málaga.

Por supuesto la culpa es del cha cha chá, dudo que la Junta de Andalucía tenga algo que ver con la Sanidad en Andalucía, faltaría más. Ésta dirá que son los recortes del Gobierno y aquél que Europa manda y así hasta el infinito. Me alegro mucho por Félix, mi amigo en Suecia. Por cierto, se me olvidaba darles las cifras, pero no se las voy a dar. Las comparaciones son odiosas. Mejor sigan con su agradable martes de junio, no vaya a ser que lo que empezó como un chiste sea realmente una pesadilla.