Y cada día estoy más convencido de que lo mejor de twitter son el fake de Kim Jong Un, las noticias de El Mundo Today y ciertos perfiles de fotografía artística que, por educación, aquí no citaré. Cada día me alejo más de los valedores de la red social del pajarete azul, los que la califican como una herramienta de información acorde a los tiempos que corren, la era del «ya», del «ahora mismo», en la que cada vez importa menos el «qué» y el «por qué». Cada vez que veo en un informativo destacar que tal o cual tema fue trending topic me dan más arcadas que a Leo Messi en un partido con la selección argentina. Es de locos pensar que una herramienta al alcance de cualquier majara con un móvil puede ser una fuente de información veraz y seria. Casi tanto como afirmar que un chalao que le grita «¡Más cojones y menos fiesta!» a Cristiano Ronaldo a la salida del entrenamiento puede representar a los miles y miles (de chalaos) que componen la afición del Real Madrid. Pero bueno, son los tiempo que corren. A las pruebas mainstream me remito. El maquillaje de Uma Thurman, las expulsiones de Gran Hermano Vip, las semifinales del COAC del Carnaval de Cádiz son los asuntos más comentados de una semana en la que, y esto es cierto, una chica norteamericana anunciaba que «mañana empiezo en este trabajo de mierda» y, claro, no llegó a empezar. Y encima su futuro jefe le hizo unfollow.

A nivel local, qué quieren que les diga, la cosa no mejora. La mano negra que parece atenazar el pescuezo del Málaga CF no deja vivir a los aficionados blanquiazules, que no ganan para tarifa de datos con la que lamentar que el equipo va séptimo en la Liga... ¡conspiración! Y más recientemente, esto sí que tiene tela, siguiendo quién sabe qué instinto criminal y sangriento mucha gente daba por muerto al pequeño Alejandro al poco de conocerse la noticia de su desaparición y sin versión oficial mediante. Bloquéenme, dejen de seguirme, hagan lo que tengan que hacer pero por favor, gentuza, fuera de mi timeline.