En 'Historia de Elio', el prestigioso economista Ramón Tamames traza con el virtuosismo y la minuciosidad propias de su académica prosa el perfil de un hombre que, de las entrañas del pueblo, conduce a sus compañeros a la toma del poder posterior a la consecución existosa de una extraña pero ejemplar transición. Su gobierno prudente dura poco más de un año y luego el viejo líder se retira para dejar que el pueblo se conduzca según los impulsos de su recién recuperando nervio democrático.

Dicen que este ¿ensayo o novela? fue escrito por el economista durante sus años de cárcel, cuando su comunismo no había roto en disidencias intelectuales y todo era posible en este país que se ha traicionado a sí mismo con casi cuarenta años de democracia corrupta. Siempre he defendido que necesitamos una reforma o, mejor dicho, la requiere el andamiaje de una nación vieja y cansada cuyas instituciones se han desprestigiado hasta la náusea y cuyos partidos políticos se han convertido en la antesala de las administraciones, a las que surten con sus cachorros, y en las que sólo importa seguir avanzando sin mirar atrás, postergando las reformas, que no recortes, que tanto necesitamos.

Les pongo un ejemplo: en un programa de gobierno de un partido que aspira a mandar en Andalucía sólo se podía leer una vez la palabra desahucio. ¿A cuántos de ustedes les preocupa el asunto? A muchos, porque seguramente en su entorno íntimo hay personas que han sufrido el desalojo de su vivienda porque le han venido mal dadas, y luego resulta que, además de perder la casa, hay que seguir pagando al banco de turno. A todo esto, los dos partidos tradicionales han perdido comba y ahora dos nuevas formaciones, una a cada lado del espectro ideológico, huelen a poder y a Mariano, Pedro y otras tantas estrellas del establishment les hierve la sangre viendo que el chiringuito que se han montado está a punto de irse al carajo. Su chiringuito y el de sus asesores.

De cualquier forma, en algunas de las formaciones alternativas que ya dejan ver verbo y acción de gobierno empiezan a aparecer tics más propios de los otros, como ocurre con el caso Monedero, un tipo que pretende hacernos creer que tratar de pagar impuestos como una persona jurídica cuando ha cobrado la manteca como persona física no es para tanto, y se enfada con una cadena de radio porque una información que ésta da en exclusiva ahora no toca, aunque sea veraz la información. En fin, ejemplos múltiples de que aquella historia utópica que trazó Tamames hace casi cuarenta años sigue siendo eso, una utopía inalcanzable, al menos hasta que la ciudadanía no alce la voz, algo que ya está ocurriendo ya, sí, en la hora del crepúsculo.