Cada zona tiene su forma de decirlo y hacerlo. Me refiero a una de las formas de ahorro que se aplica a la economía familiar, esa que un día lleva a la mesa de hoy la comida sobrada de ayer. Que si restos de cocido, que si cazuela, que si tortilla o caldo, o que si lentejas y un poco de pollo. ¿Le suena? Se hace en todo el mundo. Se llame como se llame. Sobras, ropa vieja, en fin, que no se puede tirar nada, que es a lo que voy. A la carne del otro día le picas unos ajitos, la deshebras, le das una vuelta, y hala, parece otro plato. Aquí no se tira nada, ni un maldito confeti. De hecho TVE lleva años poniendo idéntico plato por estas fechas, se llame como se llame, pero sabe a lo mismo porque lleva idéntico condimento, Raphael, una presencia tan poco televisiva como la del Rey, platos rancios, enquistados, familiares, sí, pero con idéntico destino. Se pasan el mismo día, la Nochebuena, pero nadie ve ni a uno ni a otro. Es al día siguiente cuando TVE vuelve a emitir el tostón de los villancicos del andaluz y los telediarios te resumen el discurso de Felipe VI y te enteras de lo que dijo anoche. TVE también nos pone ropa vieja cada Navidad. ¿Desde cuándo, se llame como se llame, vemos Telepasión? La columna de hoy está trazada con la idea de recuperar restos, ideas en el cajón, ropa vieja que no se debe tirar, programas que acabaron pero merecen mención ya que en su día, enmarañados por otras columnas, no fueron atendidos. En estas dos o tres últimas semanas han desaparecido de la parrilla algunos programas sin que hayan producido conmoción en la audiencia. No arrastraban multitudes, no generaban demasiado ruido, pero se fueron para siempre o acabaron su temporada con un silencio injusto.

Órbita Laika

En las cocinas de La 2 se preparaba un plato divertido para consumir ciencia de forma tragable. Seguro que los puristas -se reía hace poco Pablo Motos de ellos hablando del sonido de la guitarra flamenca con Richard Gere, enamorado del instrumento español- retorcerán el morro con el espíritu del programa Órbita Laika, que hablaba de ciencia sin perder el sentido del humor. Presentado por Ángel Martín -Sé lo que hicisteis, La Sexta, junto a Patricia Conde-, no es el que más me gustaba para esa empresa. Es un señor que hace broma pero hay un trasfondo de tristeza en sus maneras, un tipo que no parece poder controlar su enfado con el mundo, un descreído casi profesional que hace de la ironía un vinagre no siempre agradable. En el último programa de su segunda y, quizá, última temporada, se habló de nuevos materiales, del funcionamiento del gusto, es decir, de cómo funciona la lengua, ese enjambre de células, papilas, glándulas, una herramienta asombrosa que nos permite saborear, humedecer la boca, hablar, o sentir. Se habló de la sociedad antes de la llegada del dinero, y de cómo, aún sin haberlo, ya había ricos y pobres. Lo mejor de Órbita Laika, sus colaboradores, América, José Cervera, Antonio Martínez Ron, o Clara Grima. Es un programa de nivel que la televisión pública debería de mantener, incluso mimar. Pero… Pero no es seguro que sea así, como tantos otros programas de calidad maltratados por una dirección no sólo errática sino enemiga de la propia televisión pública. Es un dolor que RTVE esté al albur del último Gobierno, que su rumbo dependa de Moncloa. Claro que si en asuntos tan principales como la Educación, con mayúsculas, saltan los garrotazos goyescos y cada cambio de Gobierno supone un cambio en los planes educativos, ya me contará el lector lo que les importará -más allá de que esté a su servicio- la calidad de la radio y televisión públicas.

Bisbal en Nepal

Otro que se fue, pero por un tiempo, es Planeta Calleja, de lo poco que aún se puede ver junto a Las mañanas de Cuatro, que presenta Javier Ruiz con buen pulso, en una cadena que ha ido dibujando un perfil de bordes difusos. Vi la entrega dedicada al viaje a Nepal después del terremoto. Iba Jesús Calleja acompañado de David Bisbal, y juro por el flequillo de Ana Blanco que fue un programa hermoso, intenso, emotivo, uno de los mejores que he visto de la serie. Hasta el niño de Almería me pareció normal. Con eso lo digo todo. El viaje tenía un motivo, llevar a Nepal materiales de construcción, ayuda humanitaria, «devolverle a Nepal lo que Nepal me dio», decía un emocionado Calleja. David Bisbal no dio ni un brinco, no puso sus caras de farsante como las que pone en La voz, no comentó nada por encima de sus posibilidades, vamos, se mostró el joven sin artificios que aún aletea en los rincones del artista que lo abduce. Es lo que le pasó a Un tiempo nuevo, que abducido por el espíritu de Telecinco le fue difícil luchar contra el espíritu de Cuatro, donde tampoco encajó, y al final, después de unos meses de agonía, fue clausurado. Silvia Intxaurrondo lo hacía bien, pero ni la laca de Ana Rosa Quintana, socia principal de Cuarzo, la productora del programa, eliminaba el hedor a periodismo amarillo con el que trataron de cambiar de rumbo cuando ya era demasiado tarde. A la audiencia natural de Cuatro ese tipo de programas le resbala. Cría friquis y te escupirán si les das Un tiempo nuevo, que en paz descanse. Por cierto, entre mis apuntes tenía este dedicado a los políticos. Les preguntaron, para respuestas cortas, por cuestiones varias. Fue una encuesta a cámara fija y las mismas preguntas, y para Cuatro, a Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. Desde sus series favoritas a sus creencias -menos Rajoy, todos ateos-. ¿Saben cuál es la serie favorita de Rajoy? Me gusta la de Luján Argüelles, dijo el entonces candidato, «que no es una serie, pero es simpático». Se refiere, tráguense lo que tengan en la boca, a ¿Quién quiere casarse con mi hijo? ¿No les parece brillante? Ya me lo imagino repantigado ojeando el Marca y recordándole a Visi, su serena dama, que cambie de canal, que empieza «eso tan simpático de Luján». Que los partidos apoyen la investidura de Rajoy, por favor. España no puede prescindir cuatro años más de un presidente tan friqui, ropa vieja en todo su esplendor.

La GuindaMorosos y TVE

Hace unos meses dijimos que José Antonio Sánchez, presidente de RTVE, escudero del PP, dijo solemne que TVE no contrataba a quien no estuviera al día con Hacienda. Ja. Por aquel entonces José Luis Moreno, uh, uh, uh, vendía a la pública la basura Alfombra roja, un delirio de mal gusto y grasa. Ahora hemos sabido que el pájaro debe al fisco casi 4 millones. ¿Será que la trampa es de Rockefeller, y Sánchez lleva razón?