'La función de padres', por Gerardo Hernández Zorroza

La sociedad se mueve en un mar de dudas, carente de la necesaria función paterna. Padres que no saben si deben ser más autoritarios, si actuar «democráticamente» con sus hijos, o cual corcho es su función como padres. En lo social, se ha pasado en 50 años del autoritarismo reaccionario a esta fallida democracia, donde -mira por dónde- también la función paterna se ha ido diluyendo, como un azucarillo en el agua. Para no extenderme, diré que la función paterna tiene tres componentes básicos: la prohibición, la protección y la propulsión. Prohibición que no ha de ser caprichosa, sino basada en la lógica: se prohíbe -y hablamos de cuestiones no superficiales, sino troncales- para proteger. Como es normal y sano, nuestros hijos nos retarán sobrepasando la raya marcada, y esto deberá, obligatoriamente, tener consecuencias. Ejemplo: si rompe algo, deberá restaurarlo; si molesta en una actividad o no cumple con lo pactado, quedará excluido... Cuestión muy distinta, por ejemplo, de castigarle sin salir, o con cualquier otra ocurrencia que, más que servir para aprender, le lleve al dañino resentimiento. No puedo terminar sin hablar de la tercera función, la propulsión. Y lo hago con un ejemplo que la aclare: en determinados momentos de apatía, el padre, o madre, deberán empujar a sus hijos a probar actividades que consideren enriquecedoras para su proceso educativo, aunque muestren resistencia inicial y no les gusten.