El pipí de Trump

«Sexo, no. Somos ingleses». El peor puritanismo inglés - distracción de la nueva religión del trabajo- se trasladó a la élite dirigente estadounidense como el elemento preponderante y casi exclusivo de su moral. Así sufrimos el caso que hizo temblar a Clinton, sobre si hay otro sexo que no sea coital, y ahora en la tormenta respecto al pipí de Trump a su pareja, o al revés, o con una democrática alternancia; y esto, encima, encima de la cama... de Obama. Por supuesto, resulta mucho más cómodo examinar morbosamente eso que preocuparse de otros gestos de los presidentes, como los que repercuten en el claro aumento de muertos por guerras o miseria, incluso dentro de los EEUU. Y así vamos.

Antonio Bertrán Buendía. Málaga