Son muchos los beneficios de las vacaciones, tanto escolares como laborales, si hacemos buen uso de las mismas. En ocasiones irse de «vacas» supone un estrés para las familias, conflictos desde el principio y una vuelta desorganizada que se mezcla con el comienzo del trabajo y el cole siendo todo un caos.

Cuando se acaba el cole o el trabajo y tenemos mucho tiempo libre por delante no nos conviene romper con absolutamente todas nuestras rutinas, sino cambiarlas por otras que nos gusten más. Trasnochar por no hacer nada tampoco conviene, sí tener más tiempo, no agobiarse por las horas de sueño y el tener que trabajar o rendir. Dejar de lado las responsabilidades cotidianas por otras más placenteras dentro de lo posible.

Cuando los niños se van de vacaciones siguen teniendo a sus padres como figuras responsables, y aunque las rutinas les cambien y se pueda ser más flexibles con ellos en horarios, estudios y tareas, no conviene que no hagan nada durante todo el día. Tampoco tenerlos en actividades y apuntados a todos los campus de verano, Semana Blanca y Semana Santa durante las mañanas y las tardes. Lo que llamamos «niños agenda», incapaces de aburrirse, de ser creativos e independientes.

Las vacaciones son necesarias para recuperar física y mentalmente. Vivimos en un mundo muy competitivo donde se espera lo máximo de nosotros, con multitud de deberes y tareas, con expectativas y obligaciones. No solo los adultos debemos estar tomando constantemente decisiones, rindiendo siempre, demostrando valía y cumpliendo con normas. Los niños en el cole y en sus actividades extraescolares también, intentando ser reconocidos tanto por sus notas, por sus buenos trabajos, como en el deporte que practican. Constantemente debemos actualizarnos, renovarnos, mantenernos bien físicamente, cumplir social y moralmente, etc...

Para no llegar a lo que se conoce como «burnout» o síndrome de estar quemado, son necesarias las vacaciones, ya que tras un periodo largo de trabajo se suele ir perdiendo la motivación y nos vamos encontrando más dudas, angustias y nos cuesta más anticiparnos a los problemas, mucho más solucionarlos. Perdemos la paciencia, sentimos más nervios, agotamos más los tiempos al no rendir como debemos y hasta comienzan las molestias físicas.

Las vacaciones hacen que nos recuperemos, que nuestra mente descanse y desconecte de lo cotidiano y cree ideas nuevas. Desconectar supone hacer que mejore de nuevo nuestra productividad y capacidad de decidir. También nuestra autoestima y autovalía a poder hacer actividades más placenteras que no se suelen hacer. El cerebro nunca deja de trabajar y sin estrés es capaz de desarrollar más creatividad, se desbloquea al poder dejar de centrarse en rutinas y obligaciones cotidianas, estimulando áreas que no acostumbra a activar. Con el descanso aparecen nuevas ideas, motivaciones, se crean nuevos planes y se está más predispuesto a probar cosas diferentes. Físicamente también conviene incluso cambiar de deporte, dormir más, dejarse tiempo para pensar más y mejor, y con ello se liberan más endorfinas reduciendo la ansiedad y el estrés (dopamina y serotonina).

Para conseguir todo esto es fundamental tener la idea adecuada del descanso laboral o escolar, dejando espacio para la improvisación y no queriendo tener todo controlado. El cambio de idea es FUNDAMENTAL y hay que ir enseñándolo a hacer desde pequeños. Tener vacaciones no provoca todos los beneficios si no hacemos lo que debemos, hay que estar preparados y abiertos a cambiar hábitos, atreverse a realizar cosas nuevas, evitar conflictos innecesarios, trabajar la flexibilidad y la paciencia y, sobre todo, disfrutar del periodo de vacaciones con calma.

A la hora de volver a la rutina también es conveniente volver a casa unos días antes, empezar a recuperar los ritmos circadianos (sueño) progresivamente, evitar comidas pesadas y tener la casa en orden para la vuelta a la rutina. El no acumular trabajo, maletas, desorden, lavadoras... favorece el comienzo de la nueva actividad. Depende de la capacidad de cada uno para adaptarse, su flexibilidad mental y la mejor o peor organización del tiempo, cada uno deberá volver a la rutina con más o menos anterioridad. ¡Es época de empezar a prepararse mentalmente para las vacaciones!