A veces algo tiene que acabar para darse uno cuenta de que duró demasiado. Al-Thani. La situación era insostenible. El desgaste ha ido cavando mucho tiempo hasta el hartazgo. La afición malaguista ya demostró poblando la Rosaleda este domingo que celebran el cambio y no faltaron cánticos ni carteles subrayando los motivos de alegría. El equipo respondió en el campo y acabó ganando el partido con un cómodo dos a cero. Ya van tres victorias seguidas. Pero ésta encendía un mensaje en cada tanto. Aunque lo de menos ya eran los goles, el ambiente era por sí solo una celebración, fueron dos aclamadas guindas al tartazo que se lanzaba al pasado.

Cuando algo termina y todos acaban contentos es imposible no pensar en que se alargó demasiado el final. Pero es que mientras dura uno todavía lo mira todo bajo la perspectiva de que pueda mejorar. Y esa es la idea de continuar. En el trabajo, con la pareja, en un proyecto. Quién no ha intentado alguna vez por activa y por pasiva mejorar una relación o cualquier cosa que ya estaba deteriorada y condenada al fracaso y -claro- sin éxito y luego se ha sentido mejor al darse en algún punto por vencido, cuando termina la lucha y de pronto se alcanza la paz. Y da igual que lo que venga sea peor, al contrario de lo que reza el refrán, a veces vale cualquier otra cosa menos lo malo conocido, no se trata de mejorar en el siguiente paso siempre, en ocasiones basta con sacarse de encima lo que arrastramos y nos pesa. La sensación de alivio que eso provoca nos regala un reparador respiro para afrontar lo que luego venga con fuerzas renovadas. Y más astutos.

Deberíamos decir basta más a menudo y darle la vuelta al mundo a golpe de protesta.