Opinión | EN REDES

Salvemos el periodismo

Logos de Google y Facebook logos

Logos de Google y Facebook logos / Dado Ruvic

Una de las industrias que más ha sufrido con el cambio digital es la del periodismo. Obsesionados con la velocidad, los medios decidieron ofrecer gratis en digital, en la web, lo que antes era de pago y en papel. El dominio del mercado publicitario por gigantes como Google y Facebook -y también Amazon, que se suele olvidar- ha dado la puntilla a un sector destruido por sus propios errores y la ambición ciega de algunos de sus gestores más conspicuos.

En los países serios, que los hay, la debilidad del periodismo y la necesidad de ofrecer a la sociedad información veraz y objetiva ocupan la agenda pública. La libertad de prensa y el ejercicio del cuarto poder se consideran esenciales para la buena salud de la democracia. En un ambiente de lucha por la supervivencia de miles de medios locales, pequeños e independientes, hay países que han tomado iniciativas. Es bueno saberlo.

En el Reino Unido se encargó el Informe Cairncross (Cairncross Review). Entregado al Gobierno en febrero de 2019, liderado por Frances Cairncross -cuyo curriculum ocuparía dos páginas de este periódico-, propuso nueve recomendaciones concretas, no para proteger a las empresas editoras de noticias, sino para ofrecer «medidas que garanticen la eficiencia del mercado en el que operan y defender sus productos más democráticos». El Gobierno británico contestó en enero de 2020 a través de un documento público en el que aceptaba algunas propuestas, daba la bienvenida a otras, y rechazaba alguna.

Otra opción interesante es la que introdujo Australia, legislando (a través del News Media Bargaining Code de 2021) para que las plataformas compensaran a los medios por las noticias que éstos generaban y que aquéllas convertían, gratis, en lucrativa fuente de ingresos. Los datos más recientes, ofrecidos por la Columbia Journalism Review, son diáfanos. La norma ha generado apenas 150 millones de dólares americanos de ingresos para los medios, con Facebook contribuyendo un poco más que Google. Por ejemplo, The Guardian ha conseguido unos 3 millones de dólares por esta vía, una migaja de los ingresos de las Big Tech.

Se ha discutido también si habría que financiar con dinero público a los medios privados de comunicación. El Reuters Institute for the Study of Journalism tiene malas noticias para los defensores de esta propuesta: un estudio en 33 mercados revela el apoyo minoritario a esta opción. Ahora importa más el entretenimiento que la información. La diversión nos hará libres.