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Matteo Salvini, Silvio Berlusconi y Giorgia Meloni en el mitin de cierre de campaña, el pasado 25 de septiembre en Roma.Reuters

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Antonio Papell

En busca de la utopía

La llegada de la extrema derecha al poder en Italia, cuya futura primera ministra mantiene un discurso xenófobo, racista, intolerante con las minorías, ultranacionalista y antieuropeo, colma una ya antigua deriva iniciada por Trump y por Le Pen, que cuestiona definitivamente el consenso socialdemócrata alcanzado tras la segunda guerra mundial, que incluía un sistema de redistribución, un pacto social y un potente estado de bienestar.

La inestabilidad que arrancó en 2008 con la gran crisis económica y financiera, y prosiguió con la gran pandemia y, finalmente, con la guerra de Ucrania que ha descabalado la economía y la política de una globalización que parecía pacífica e inofensiva ha engendrado nuevas bolsas de insatisfacción y pobreza y ha demostrado la inconsistencia de los partidos políticos, incapaces de hacer milagros y hasta de encontrar remedios eficaces y creativos. Por eso, muchos agnósticos han buscado atajos intelectuales, en algún caso afectados por la nostalgia de épocas pasadas que fueron, a su entender, mejores.

Sucede sin embargo que la búsqueda de la utopía no ha dado resultados por ahora: la deriva hacia el fascismo ya se ensayó en Europa en los años treinta del pasado siglo, y ya sabemos todos cómo acabó. Porque con las ideologías ultras ya no suele ser posible rectificar: las dictaduras son inflexibles y quien las rechaza una vez instaladas ya no es un adversario sino un enemigo que hay que exterminar. ¿Habrá que poner ejemplos más concretos?

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