El Cervantes estrena Adriana Lecouvreur

El pasado viernes el Teatro Cervantes de Málaga culminaba su temporada lírica con una producción escénica y musical propia que viene a sumarse a la realizada en colaboración con el Villamarta de Jerez de Diálogos de carmelitas. Apuesta entendida en términos de excelencia y cuya rentabilidad vendrá dada de la capacidad de girar de esta singular Adriana concebida por el director de escena Joan Antón Rechi que al término de esta premier recibió un caluroso reconocimiento del auditorio que abarrotó el coliseo malagueño.

J. A, Rechi ha concebido esta puesta en escena con un marcado carácter fílmico y aroma aristocrático con vestuarios que ubican la trama en tiempos más contemporáneos. Escenografía pensada en la comodidad de los cantantes pero también en el propio movimiento dentro de la misma dado que la página de F. Cilea transcurre entre las tablas y la realidad. Un trozo de realidad que se ajusta al movimiento verista de comienzos de la centuria pasada y en la que es posible apreciar influencias verdianas, pucciniana e incluso guiños al Pagliacci de Leoncavallo. Una correcta iluminación y la singularización de los distintos espacios en los que se desarrolla el drama dan como resultado una producción sostenible y en correspondencia al nivel en el que se ha situado la lírica malagueña dentro de los circuitos nacionales.

La sólida dirección musical del maestro Óliver Díaz fue sin duda una de las claves del unánime recibimiento de la producción centrada en el control dinámico, los acentos y muy plegada a las características vocales del elenco solista. En este sentido la Filarmónica de Málaga demostró un nivel técnico y artístico a la altura del reto destacando el empaste de las cuerdas y maderas así como unos metales especialmente precisos. En la misma línea se desenvolvió el Coro de Ópera de Málaga al cuidado de Mar Muñoz Varo que brilló con luz propia gracias a una emisión estudiada y volcada en los detalles.

Lianna Haroutounian encarnaba el rol de Adriana en la que ha sido su debut con el personaje que defendió con gran interés dada la compleja perspectiva psicológica del mismo en contínua evolución desde su entrada en escena hasta el climax temperamental y canoro del cuarto acto, sin duda alguna un ejercicio vocal y musical de primer orden en correspondencia a la solidez vocal y dramática de la mezzo Clémentine Margaine otro de los grandes aciertos del elenco solista. Haroutounian y Margaine brindaron sendos ejercicios vocales de primer orden.

Esta Adriana fue también una excusa para la vuelta a las tablas del Cervantes del barítono Luis Cansino que nuevamente hizo gala de instrumento equilibrado y preciso en emisión y rematado en lo actoral. Por su parte el rol de Maurizio defendido por el tenor Alejandro Roy fue otro de los puntales sobre los que giró esta premier haciendo nuevamente gala del buen momento vocal que disfruta y traducido en un cuarto acto de ensueño. Luis Pacetti encarnó al oscuro Abate de Chazeuil papel que defendió con irreprochable madurez actoral y especialmente canora consciente de la misión dramática que imprime Cilea en el personaje. Más discreta aunque resuelta apeteció el Principe de Bouillon encomendado al bajo David Lagares.

Sería injusto cerrar el apartado solista sin mencionar la interesante participación del cuarteto formado Pau Armengol, Néstor Galván y las voces de Alba Chantar y Mar Esteve para una producción que en trazos gruesos marca un camino sobre el que asentar futuras programaciones líricas del gran coliseo malagueño. En definitiva, esta Adriana Lecouvreur es la prueba de un sueño posible y de altura.