En corto
Leer encuestas se ha puesto imposible
Entre las desdichas de una sociedad en que la independencia de personas o entes no cotiza, está el asunto de las encuestas, que hay que leer como un quebrado, o sea, partiendo el resultado por la intención política supuesta al encuestador (igual que éste aventura la intención de voto del encuestado). El problema surge cuando la intención del encuestador se manifiesta al revés de la que tiene. Como la izquierda cree que la alarma ante un nuevo descalabro puede motivar el voto de los suyos, algunas encuestas ‘adictas’ ofrecen muy malos resultados. Como la derecha tiene horror a que, con la victoria casi en la mano, pueda perderla un exceso de confianza, evita todo triunfalismo. De este modo la lectura de las encuestas se complica muchísimo. Encima no se hacen encuestas sobre la confianza del público en las encuestas, no vaya a ser que el barco se bote ya con vía de agua incluida.
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