Tribuna

Resistir es vencer

Pedro Sánchez, en el balcón de Ferraz.

Pedro Sánchez, en el balcón de Ferraz. / MANAURE QUINTERO

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

Pocas veces en la historia de la democracia española un político ha sido tan insultado y vilipendiado como Pedro Sánchez en los últimos cuatro años. El dueto formado por medios de comunicación de derecha y de extrema derecha por un lado y de políticos del Partido Popular y de VOX por otro, no ha dudado en hacer del presidente del Gobierno diana de toda clase de ridículos y absurdos bulos, de mentiras y de ataques personales que han situado al sistema político español en una especie de locura de la infamia. Entiendo la crítica constructiva, pero el intento de destrucción de una persona, o como mínimo de su deshumanización, demuestra que la derecha española no ha logrado interiorizar ni la democracia ni la Constitución Española.

La pregunta a resolver es el porqué de este odio que la izquierda española ha despertado siempre en la derecha española, entendiendo como tal la unión de ideas conservadoras en lo social y económico con amplia influencia religiosa, es decir, un concepto de la vida que remite al pasado de España, en su moral y en sus costumbres. Recuerdo el odio que en su día generaron Felipe González, al que ahora la derecha española dice añorar, y José Luis Rodríguez Zapatero. Odio basado en tergiversaciones y en mentiras. González representó el fin del franquismo, el fin del caciquismo y de que las élites financieras y religiosas dominasen España para saquearla y hacerse ricas, en el caso de las primeras, o para poder abusar de niños y niñas en el caso de las segundas sin tener que responder ante nadie por ello. Zapatero comenzó una legislación de protección de la mujer de la violencia machista, de mejora de la calidad de vida de discapacitados y de la clase más desfavorecida y por si fuera poco terminó con el terrorismo en España. La consecuencia fue una campaña de odio y destrucción personal. Pero con Pedro Sánchez se han traspasado todas las líneas rojas. El PSOE, para la derecha política y mediática, es un conglomerado de etarras y ladrones, de mentirosos que solo piensan en vender España al mejor postor. El gran pecado de Pedro Sánchez, para la derecha, ha sido sacar al dictador Franco del mausoleo que se construyó y de permitir a los familiares de las decenas de cuerpos que mandó enterrar con él poder desenterrarlos y darles una digna sepultura.

Ese odio de la derecha a la persona del presidente Sánchez, irracional y extremo, recuerda al que se tuvo por Manuel Azaña. Me refiero a focalizar en una sola persona todo lo malo que para la derecha española tiene la democracia y la libertad. El odio al diferente, al que quiere vivir su vida en libertad, al que tiene alguna característica que le diferencia de los demás. Qué se yo.

Alberto Núñez Feijóo era un pésimo candidato. Algunos ya lo dijimos. Se notaba a la legua que no tenía la más mínima idea de la situación económica de España, ni del funcionamiento de la Unión Europea, ni de la sociedad española. Los estrategas de la calle Génova se dieron cuenta y para mí idearon una campaña electoral acertada. Decidieron esconder a Feijóo todo lo que pudieron, pero no fue suficiente. La primera vez que fue entrevistado en Televisión Española metió la mata hasta el fondo, quedando como un mentiroso soberbio. Se negó a recibir a periódicos poco afines y sólo permitió que le entrevistase La Sexta por videoconferencia porque dijo que le dolía la espalda y no podía desplazarse en coche. Se negó a ir al principal debate de televisión porque tenía miedo de quedar en ridículo. No dijo ni una sola palabra sobre qué pensaba hacer en relación a las pensiones, el salario mínimo, la ley de Violencia de Género o la fiscalidad. Sólo expresó su intención de abolir la llamada Ley de Memoria Histórica.

El batacazo de la derecha no ha sido una sorpresa. ¿De dónde salían los 160 escaños que el PP aseguraba iba a obtener? Ni siquiera sumando todos los que en sus días de máximo esplendor obtuvo Ciudadanos se podía lograr esa cantidad. El Partido Popular fue engañado por las consultoras que se dedican a hacer encuestas, empresas privadas, poco más que chiringuitos, que afirmaron la rotundidad de la victoria del PP basándose en el estudio de 2.000 encuestas por teléfono. Pero hay que añadir que en realidad los estrategas populares se dejaron engañar pensando que bombardeando a la sociedad española con esta clase de encuestas iban a condicionar la intención de voto de los españoles. En las elecciones municipales y autonómicas el Partido Popular obtuvo 700.000 votos más que el PSOE y consiguió decenas de alcaldías y varias CCAA porque, aunque quedó en segunda posición, pactó con VOX.

Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Como también dijimos algunos, los malos resultados del PSOE en las elecciones del 28M no fueron debido a una supuesta mala imagen de Sánchez en España. Sánchez ha obtenido un millón de votos más que en 2019. Resistió y venció.

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