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Animalismo de clase

Cualquier exceso de ordenación de las cosas acaba llevando a un nuevo poder de clase. Eso podrían pensar (tal vez lo hagan), miles de animales ‘domésticos’ que, renunciando al confort de un hogar climatizado con comida asegurada a hora fija, limpieza forzosa, despulgado químico y atuendo de marca, aún viven en libertad por calles, tejados y escondrijos, sin DNI/chip ni dueños ni control. Son sobre todo gatos, especie libre que nunca se ha fiado de la humana, aunque lo finja cuando le conviene. Puesto que el animalismo de clase no incluye el derecho a decidir, ignoramos cuál habría sido el resultado de una consulta directa a los afectados. Quizás si el actual estadio de despotismo ilustrado (todo por la población animal, pero sin ella) dejara paso a una zoocracia lo sabríamos, pero para entonces ya estarían integrados. Lección: no se puede dejar el BOE en manos de cualquiera.

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