EL OCASO DE LOS DIOSES

La república de los reyes

Patxi López.

Patxi López. / L. O.

Rafael Simón Gil

Rafael Simón Gil

Desconozco qué le habrán traído los Reyes Magos a Pachi López, pero tras escucharle decir -con la cara de intelectual solemnidad que caracteriza- que el PSOE no pactará con Bildu en el País Vasco y que los pactos para darle la alcaldía de Pamplona a los herederos políticos de ETA fueron una cuestión puntual, es probable que el erudito del socialismo en un solo país haya recibido un buen saco de carbón por mentirosillo, como le ocurre a muchos niños y niñas. Otra cosa es que en vez de Reyes Magos los regalos los entregara la III República, en cuyo caso a Pachi le habrían traído como juguete la presidencia de la misma (con permiso de Zapatero) al demostrar que está plenamente capacitado. Y lo que es más importante: habría garantizado la absoluta independencia y neutralidad institucional de dicha presidencia. Pachi no recibe órdenes de nadie ni se pliega a los deseos y vaivenes de Pedro Sánchez. Faltaría más. Así cabe colegirlo de su efímero paso por la presidencia del Congreso de los Diputados donde su labor como jefe de escalera fue encomiable, como le ocurre a Francina Armengol y su sobrada demostración de independencia, neutralidad y dignificación del cargo.

No sé quién es el humorista que prepara los chistes a los dirigentes y dirigentas del PSOE, pero debe parecerse mucho a un Pinocho deconstruído del siglo XXI a tenor de lo que les crece la nariz cada vez que convocan rueda de prensa para explicar por qué han hecho esa semana lo contrario de lo que explicaron que harían la semana anterior. Y claro, teniendo todavía calentito el horno donde el PSOE coció con Bildu el pan de la alcaldía de Pamplona, hay que ser un tanto osado -o simplemente importarles una higa el pueblo y la palabra dada- para venir ahora con la chirigota de que Sánchez no pactará con Bildu bajo palabra de honor. Y el doméstico López se encarga de ir vendiéndolo por ahí como los legendarios charlatanes del oeste americano ofertaban los frascos morados de crecepelo o el elixir de la virilidad entre los ignorantes colonos yankis. Con lo sencillo que resulta vender wiski aunque sea de garrafa.

Al poliédrico Pachi López Álvarez le ha entrado una especie de soriasis epitelial cuando se refiere al PP, algo que no experimentó el día que este partido le dio la presidencia de Vascongadas entre 2009 y 2012. Conozco de tiempo atrás -gracias a una tesis no plagiada que leí sobre problemas dermatológicos asociados a la calvicie intelectual- lo fina que suele volverse la piel de algunos políticos cuando les administran los mismos fármacos que ellos y ellas prescribieron tiempo atrás a sus adversarios (enemigos, como tratan al PP desde los tiempos del Tinell el PSOE, el separatismo, Bildu, las mareas periféricas y la extrema izquierda). Porque ya va siendo hora de recordar aquellos repugnantes acosos -bautizados escraches, tantas veces violentos- que los podemitas, los ultras de izquierdas y buena parte de la tropa de combate ‘progresista’ aplicó a dirigentes políticos del PP, sobre todo mujeres, con las que se empoderaron con más saña. Recuerden los sufridos por Rita Barberá, Cristina Cifuentes, Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Esperanza Aguirre o Rosa Díez, a la que acosaron e insultaron con feroz odio en la universidad Complutense de Madrid cuando iba a dar una conferencia. O la experiencia relatada por la líder de Ciudadanos Inés Arrimadas cuando asistió a la manifestación del Día del Orgullo y les arrojaron orines, lejía, compresas mojadas, botellas e innumerables insultos ante la estupefaciente comprensión de Marlaska y el silencio del PSOE. Eso no solo era jarabe democrático, sino el símbolo más noble de democracia horizontal, de libertad de expresión. Además, se lo merecían por no ser auténticas mujeres feministas.

Durante muchos años hemos soportado las injurias, los ataques y las ofensas al rey, a su familia y a la Corona; escuchado a políticos en activo de la extrema izquierda, comunistas, alardear de que harían lo mismo con el rey que Lenin hizo con el zar; a miembros y miembras de las Juventudes Socialistas de la Vega Baja posar frente a una cabeza de Rajoy guillotinada; quemar y pisotean banderas de España, ejemplares de la Constitución Española y pitadas al Himno Nacional; hemos sufrido provocadores homenajes públicos a asesinos etarras; hemos asistido a la profanación de iglesias (siempre católicas, por supuesto) por grupos ‘progresistas’ mientras se celebraba misa; acosos a las sedes del PP o llamadas en caliente a «rodear el Congreso», nacional o andaluz; a Rufián mostrando en el Congreso unos grilletes a Rajoy; hostigar desde el independentismo la vivienda del juez del Supremo Llarena hasta forzarlo a salir de su casa; sabemos que en muchos lugares de Vascongadas y Cataluña no puedes llevar nada que te relacione con España so pena de recibir insultos y agresiones; constatar cómo intelectuales y pensadores ajenos al socialismo y la extrema izquierda son abucheados, insultados e impedidos a dar charlas en diversas universidades y otros foros; y todavía sufrimos que una tal Miriam Nogueras, dirigenta de Junts, señale con nombre y apellidos a jueces, periodistas y mandos de la Guardia Civil tachándolos de indecentes, llamando a que sean juzgados por cumplir con su obligación profesional y constitucional. Y todo ello con el tantas veces cómplice silencio del PSOE.

Repruebo y condeno sin matices ni justificación que el muñeco de Pedro Sánchez sea apaleado como una piñata a lo López Obrador, y lo hago desde una autoridad moral muy por encima de la demostrada por Grande Marlaska cuando justificó las agresiones a mujeres de Ciudadanos el día del Orgullo («quien pacta con Vox tiene que responsabilizarse de las consecuencias», espetó el magistrado sin el más mínimo sonrojo legal, ni recordar los oscuros pactos del PSOE con Bildu, entre cuyos militantes y dirigentes hay quienes fueron condenados por delitos de sangre). Era muy divertido purgar a la derecha con el aceite de ricino que, a modo de jarabe democrático, como auténticos fascistas, han estado aplicando y aplican la extrema izquierda, los filoetarras y los cachorros violentos del separatismo. Los llamados delitos de odio los han impuesto quienes más odio han acumulado a lo largo de su historia. A más ver.

Suscríbete para seguir leyendo