La Bodeguilla

Febrero atrae a los polos opuestos

Febrero se ha disfrazado con una visión diferente de lo cotidiano de la que ya no se libra ni el carnaval de la política

Josele González y Francisco Salado, en la entrega del premio a Carlos Rubio.

Josele González y Francisco Salado, en la entrega del premio a Carlos Rubio. / L.O.

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

Pasan las décadas y aún nadie ha sido capaz de descubrir si febrero es un mes loco que aparenta estar cuerdo. Como tampoco se ha llegado a averiguar lo contrario: que febrero sea un mes cuerdo que aparenta estar loco. Sea lo que fuere, la segunda hoja del almanaque apura su oportunidad de cada año abonada a su realidad imprevisible. A un carácter inestable que no solo se apodera del tiempo y las temperaturas. Esta vez, febrero se ha disfrazado con una visión diferente de lo cotidiano de la que ya no se libra ni el carnaval de la política. A la vista están algunas de las postales atípicas que escribieron estos últimos días los representantes de partidos habitualmente enfrentados. Y, ante ellas, se corroboró que a estas alturas lo que debería ser normal se celebra, por desgracia, como algo excepcional. Puede, incluso, que febrero sea el mes que atrae a los polos opuestos. Como muestra, valen los inesperados consensos que han escenificado por estos lares sureños el PP y el PSOE con las elecciones gallegas ya finiquitadas y con el Día de Andalucía a la vuelta de la esquina. Sobre todo, ambos eslabones del bipartidismo. Aunque fuerzas situadas en extremos aún más antagónicos del abanico ideológico también se han dejado llevar en algún caso y no han tenido problemas a la hora de contagiarse de la necesaria epidemia de unanimidad.

Fue lo que sucedió, por ejemplo, en el pleno ordinario de febrero en la Diputación de Málaga. El PP, el PSOE, Vox y la izquierda de Con Málaga se subieron al mismo vagón y bebieron del mismo grifo. Aprobaron con un consenso notable, y tras haberlas negociado, mociones relativas a problemas cada vez más acuciantes como la sequía o la movilidad por iniciativa de los socialistas y los populares, respectivamente. Especialmente constructivo resultó que el PSOE se sacudiera titubeos recientes y suscribiera la moción para pedirle al Gobierno que impulse el tren de la Costa del Sol y suspenda temporalmente el peaje en la AP-7. Además, votó a favor de un punto en el que se le pedía con nombre y apellidos al Secretario de Estado de Transporte, José Antonio Santano, que rectificara y trabajara por este proyecto tras haber dicho que no había datos que justificaran su necesidad.

Ahora, sólo queda esperar que se lo curren de verdad y todos vayan en la misma dirección. Que no se trate de un ataque ‘febreril’. Ni febril. Que deje de resultar extraño el consenso y que el PP tampoco acuda a la negativa cada vez que se le haga una exigencia al Gobierno andaluz de Juanma Moreno en materias de su competencia.

Pero está claro que no será fácil. Y que sobran razones para pensar que pueda tratarse de un espejismo. Sin ir más lejos, en los alrededores de fin de semana ya andaba el PSOE con una campaña para el 28F contra el presidente de la Junta; y el PP sostenía que cómo iba a a llegar el tren a la Costa si José Luis Ábalos y Koldo anduvieron cerca del Ministerio de Transportes. Es el guión del enfrentamiento de siempre ¡Estos no iban a cambiar de un día para otro! Con el tema de la liberalización del peaje ha estado, igualmente, la cosa ‘calentita’ en las redes sociales y el PSOE le ha sacado viejos trapos al PP.

No obstante, el propio Moreno también participó la semana pasada de otro gesto sensato y llegó a acuerdos con la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, y entre ellos se apalabró la cobertura de los barcos cargados de agua que vendrán en verano desde Cartagena, si llega a activarse esta medida extrema.

Gala contra la confrontación

La Diputación de Málaga reincidió el jueves, un día después de la sesión plenaria, en la voluntad de lanzar mensajes que escapen del habitual clima de confrontación. Se comprobó durante la gala de entrega de los premios ‘M’ de Málaga que la institución celebra cada año en la antesala del Día de Andalucía. Los guiños contra la crispación no sólo atravesaron las intervenciones de los políticos de la Diputación, Gobierno central y Junta. Hubo pequeños detalles en los que este propósito de enmienda quedó especialmente de manifiesto. Por ejemplo, cada uno de los portavoces de grupo entregó un galardón y no se tuvieron en cuenta los prejuicios al repartir estas misiones. De hecho, al portavoz de Vox, Antonio Luna, se le encomendó darle la ‘M’ a una empresa dedicada al cine, Fresco Film, pese a las polémicas entre su partido y ese sector. Y el portavoz socialista, Josele González, hizo lo propio con el presidente de la Autoridad Portuaria, Carlos Rubio, que viene a ser alguien con kilómetros de carrera política acumulados en las filas del PP.