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Santidad secularizada

Algunos católicos lamentan que la Semana Santa haya perdido santidad y se encuentre secularizada por el turismo, el espectáculo y la sociedad del ocio. Los defensores del laicismo se quejan, en cambio, de que pervivan los ritos públicos de la semana, con su cara fundamentalista y tenebrista, en la que se mezclan las instituciones públicas y la milicia. En el fondo son dos formas de purismo, legitimas pero quizás extremas, pues cabría pensar que una sociedad plenamente secularizada sea aquella en la que mandan la impureza, la mezcla, el eclecticismo, la magnífica contradicción, la convivencia de creencias verdaderas con su mero remanente formal, la fe en el mero espectáculo o la total indiferencia, en suma, el kitsch, palabra polisémica y de etimología bastarda que en el arte da cuenta de la impureza de estilo y puede aplicarse al de toda una sociedad en la que la libertad manda.

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