Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

La Malagueta y su Hospital Noble

Cuando cierro los ojos, el viento del Estrecho / pone olor de Guinea en la ropa mojada, / pone sal en un cesto de flores y racimos / de uvas verdes y negras encima de mi almohada, / pone henchido el insomnio, y en un larguero entonces / me siento con mi sueño a ver pasar el agua" (‘Mar’). Así nos versa nuestra prestigiosa poeta María Victoria Atencia su emoción desde sus madrugadas creadoras hacia el barrio de La Malagueta. Una zona de Málaga que en sus orígenes nunca fue considerada barrio como tal ya que carecía de servicios e infraestructuras –como en la actualidad-. A finales del siglo XIX, los marengos la habitaron como esencia de su territorio connatural: casas humildes hechas de espuma de la bahía se iban construyendo por el Paseo de la Farola hasta el Hotel Miramar. Un salpicadero de calas- merenderos legendarios como Antonio Martín (antiguo La Coral), 1886; los balnearios de Apolo y la Estrella, 1887...- en las cuales se fue compartiendo el devenir de las vidas a pie de playa con una orilla abierta a todas las clases sociales. El levantamiento de la escollera desde La Farola al Morlaco generó la primera gran roca del posterior paseo marítimo, el cual derivó en la década de los 60 en la edificación de altos bloques a lo largo del litoral afectando tanto al sentir marengo como a los propietarios de palacetes y villas. El ensanche de las vías provocó, en unos pocos años, la hórrida transformación urbanística de este espacio con edificios entre 10 y 16 plantas generando la verticalidad de una bahía soñada que comenzó con ello su etapa insomne. Los vecinos de La Malagueta, tras 34 años reclamando el uso ciudadano del Hospital Noble, consiguieron ayer el compromiso del pleno municipal para que este histórico inmueble "albergue un centro cívico y de mayores, así como un punto de asistencia sanitaria". Todos ellos se han sentado hoy con su sueño a ver pasar el Mar.