Historia

"Los historiadores no debemos opinar, sino acreditar, pero los datos que he hallado hacen pensar que el Cristo de Mena se quemó"

José Jiménez Guerrero acaba de publicar con Arguval 'El Cristo de Mena. Historia de un símbolo de la Semana Santa de Málaga', una monografía divulgativa, seria y rigurosa sobre la imagen desaparecida en los sucesos de mayo de 1931 en Santo Domingo, pero que, pese a los años, muchos creen que pudo salvarse de la pira y permanece oculta

Procesión del Cristo de la Buena Muerte el Jueves Santo de 1924.

Procesión del Cristo de la Buena Muerte el Jueves Santo de 1924. / L. O.

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

El doctor en Historia Contemporánea José Jiménez Guerrero acaba de publicar su trigésimo quinto libro. Se trata de un proyecto que tenía en cartera desde hace muchos años y que viene a llenar, según su opinión, un espacio en el que, pese a lo mucho que se ha estudiado sobre el tema, quedaban aún numerosas lagunas, debido también a la leyenda surgida en torno al antiguo Cristo de la Buena Muerte, de Pedro de Mena y Medrano. Si hay un historiador que en Málaga haya investigado y escrito sobre los sucesos de mayo de 1931 en la ciudad, conocidos como la quema de iglesias y conventos, ese es Jiménez, que con su nueva obra 'El Cristo de Mena. Historia de un símbolo de la Semana Santa de Málaga' ofrece una monografía divulgativa, seria y rigurosa por las fuentes documentales consultadas, sobre esta imagen que todavía hoy hay quien piensa que pudo salvarse de la pira, gracias a la mitología alimentada desde los primeros años de la posguerra, pero que, según todas los datos confirmados, se perdió irremediablemente. "Los historiadores no debemos opinar, sino acreditar, pero los datos que he hallado hacen pensar que el Cristo de Mena se quemó definitivamente".

¿Pero se perdió para siempre? Jiménez sostiene, a la vez, que no. De hecho, el epílogo del libro sirve de reflexión final. "No ha desaparecido, ya que el actual Cristo de Palma Burgos sigue siendo conocido como Cristo de Mena y en esa apreciación va incluido ese deseo de pervivencia de la antigua imagen", señala el historiador.

La obra

La obra consta de 192 páginas y un centenar de fotografías, la mayoría históricas, procedentes de los archivos de la propia Congregación de Mena y de la Agrupación de Cofradías. "La foto de portada es muy especial porque la realizó la primera mujer fotógrafa de la Semana Santa de Málaga, Sabina Muchart Collboni, y parece premonitoria", dice. Es el número 36 de la colección Alcazaba que, sobre temas malagueños, publica la editorial Arguval, que edita la octava obra firmada por José Jiménez.

El periodista José Escolar García, a los pocos años de los sucesos, en su reportaje histórico 'Los memorables sucesos desarrollados en Málaga los día 11 y 12 de mayo de 1931' o el historiador Antonio García Sánchez en su libro 'La Segunda República en Málaga: La cuestión religiosa (1931-1933)' han contado en primera persona o analizado y publicado décadas después las causas y consecuencias de aquellas jornadas luctuosas que la capital malagueña sufrió como pocas en toda España, y en las que perdió la mayor parte de su patrimonio histórico, artístico, documental, cultural y religioso. Pero José Jiménez ha dedicado buena parte de su vida a bucear en los archivos y ha descubierto datos inéditos que ha publicado, también a través de Arguval en 'La Quema de Conventos en Málaga. Mayo de 1931' y en otros artículos o capítulos de otras obras. En este caso, ahonda y va aún más allá, y está dedicada, en exclusividad, al Cristo de Mena.

Portada del último libro publicado por José Jiménez Guerrero.

Portada del último libro publicado por José Jiménez Guerrero. / L. O.

"La obra que tienes en tus manos es un libro de historia, no un relato novelado", advierte en sus primeras líneas. En sus ocho capítulos, se hace un repaso a la historia de la propia hermandad que rinde culto al Cristo de la Buena Muerte y a la imagen desaparecida en la mañana del 12 de mayo de 1931. ¿Por qué aún hoy interesa tanto este tema? "Porque, como se indica en el título de la propia obra, es un símbolo de la Semana Santa. Y hay una serie de circunstancias que lo apoyan", explica Jiménez.

La primera, sin duda, la personalidad del imaginero que lo esculpió, Pedro de Mena. También su descubrimiento y adopción, como sagrado titular, de la hermandad del Cristo de la Buena Muerte en el siglo XIX. La impronta alcanzada en pocos años, el esplendor de sus desfiles procesionales en la década de los años 20 del siglo pasado, su vínculo, desde entonces, con la Legión Española... Y cómo no, por la leyenda que se creó en torno a su posible salvación del ataque que sufrió la iglesia de Santo Domingo, y que aún hoy algunos sectores defienden.

Pruebas documentales

¿Pero hay pruebas documentales que certifiquen que el Cristo está a salvo o haya restos que estén guardados o escondidos? Es la gran pregunta, quizás. Jiménez señala que hay datos que indican incluso el lugar exacto donde la imagen fue quemada: una de las habitaciones que había en la iglesia donde la Congregación guardaba algunos enseres y las túnicas, que en mayo aún estaban impregnadas de la cera derramada en la cercana Semana Santa. "Todo ardió", insiste Jiménez. "Incluso hay testimonios fidedignos de personas que acreditan que se quemó, entre ellos Ricardo Fernández de la Torre, que estuvo presente en aquel momento, y que es el autor de una carta que se publicó en el diario 'El Cronista' en diciembre de 1932", explica el historiador, que aporta, además, que esta versión fue ratificada por Narciso Díaz de Escobar en otro escrito que remitió a Madrid a su amigo Miguel Borrego en la que le afirmaba textualmente "que habían aparecido los carbones del Cristo de Mena".

La mitología

Todos estos datos que aporta Jiménez en su último libro son los que se han hallado de personas. Sin embargo, con el paso de los años, se crearon una serie de opiniones contrarias que surgen a partir de 1932, cuando se publican dos novelas: 'Las vestiduras recamadas', de Salvador González Anaya, que afirma que el Cristo se pudo salvar; y 'Ha llegado el día', de Alberto Insúa, en la que afirma todo lo contrario. A partir de la publicación de las novelas se empieza a hablar de la leyenda. "Desde la misma Congregación también se potenció en la posguerra la idea de que la imagen podía estar oculta", dice Jiménez, que habla de un posible paradero en Chile. También en una casa de la calle San Agustín, en el Centro de Málaga. Incluso en el interior de un nicho del Cementerio de San Miguel. "Y otra aportación más novedosa, que he recibido a través de una fuente oral, que indica que un fragmento del mechón del cabello del Cristo está en posesión de un descendiente de una de las personas que estuvo presente cuando se atacó a la imagen".

Pierna del Cristo de Mena, salvada por el escultor Francisco Palma García y en poder de la Congregación.

Pierna del Cristo de Mena, salvada por el escultor Francisco Palma García y en poder de la Congregación. / José Jiménez Guerrero

Sí que se conocía que una pierna del Cristo estuvo en poder de Francisco Palma García, imaginero, que se la arrebató a uno de los asaltantes en El Perchel y se la llevó a su casa-taller en Cobertizo del Conde para protegerla, antes de devolvérsela a la cofradía. Y que el pie del Cristo, al que le faltan dos dedos, carbonizado, con el clavo que tenía para sujetarlo a la cruz, que ahora se encuentran en la sala de columbarios de la Congregación de Mena, estuvo antes en poder de Joaquín Díaz Serrano, que fue cronista de la Agrupación y sobrino de Narciso Díaz de Escobar.

Pie carbonizado y clavo del antiguo Cristo de la Buena Muerte.

Pie carbonizado y clavo del antiguo Cristo de la Buena Muerte. / José Jiménez Guerrero.

Con toda la documentación publicada en esta obra, de un modo divulgativo pero con la severidad que caracteriza toda la investigación de Jiménez Guerrero, se da un paso más y se profundiza en la hagiografía de una de las imágenes que aún hoy, y a pesar del tiempo transcurrido, sigue cautivando, por su historia y simbología, a muchos malagueños.