Semana Santa Málaga 2024

Pansard reivindica al cofrade y le pide unidad ante los ataques externos y los que solo buscan rédito dentro

 El pregonero de la Semana Santa se declara enamorado de la ciudad, que no le vio nacer, pero sí crecer, y en un discurso en clave poética de principio a fin, defiende la herencia recibida de los cofrades veteranos ante quienes ahora los critican y reclama actuar sin guardar silencio ante las agresiones que recibe la Iglesia

Dedica sus más sentidas letras a los titulares de las cofradías de las que es hermano: Pollinica, Sentencia y Piedad, pero, como novedad, pasa de puntillas sobre otros pilares devocionales de Málaga, habitualmente muy presentes

Imagen del pregón de Semana Santa a cargo de Augusto Pansard, en el Teatro Cervantes.

Imagen del pregón de Semana Santa a cargo de Augusto Pansard, en el Teatro Cervantes. / Alex Zea

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Con actitud lírica y romántica, con una literatura muy expresiva y exigida, obviando la economía del lenguaje, en prosa poética, sin métrica pero con rimas e infinitas hojarascas lingüísticas, Augusto Pansard pretendía este sábado en el Teatro Cervantes hacer que los cofrades se sientan orgullosos de serlo. Porque su pregón de la Semana Santa de Málaga de 2024 fue una suerte de alegato de clausura, ante el tribunal soberano que llenaba las butacas o asistía en directo a su discurso por los medios de comunicación, con el que reivindicó el papel y la función del colectivo en esta sociedad del siglo XXI y a los que pidió que se mantuvieran unidos, como miembros de la Iglesia, ante los ataques externos, cada vez menos piadosos, y los que, desde dentro, medran en la división buscando en exclusiva un rédito personal.

La unidad de los cofrades fue espina dorsal de la intervención del pregonero. Mensaje alojado, además, en el núcleo central de un texto con el que, sin dilación, quiso cantar a la ciudad que no le vio nacer, pero sí crecer. Porque Pansard es natural de Sevilla, pero muy pronto se trasladó a Málaga y quedó enamorado. “No me llames extraño. Que aun siendo cierto que al nacer no me viste, no dudes era largo el cordón al que me uniste, y fuerte ese primer latido que, aun perdido, no se resistió a quererte pese a no haberte conocido”. Y en Málaga se hizo cofrade. Y aquí se revistió su primera túnica nazarena para acompañar al Señor de la Pollinica. Y de aquí nacen sus sentimientos más íntimos y profundos, que quiso este sábado compartir a pecho descubierto y con un parlamento ceremonioso y colmado de asonantes y consonantes. Por eso declaró: “Soy de ti sin de ti haber nacido”.

No me llames extraño. Que aun siendo cierto que al nacer no me viste, no dudes era largo el cordón al que me uniste, y fuerte ese primer latido que, aun perdido, no se resistió a quererte pese a no haberte conocido

Tras la salutación y los agradecimientos, el pregonero no quiso desaprovechar la oportunidad de honrar a los mayores, defendiendo la herencia recibida ante quienes ahora los critican de manera abierta, directa e irrespetuosa. Algunos cofrades de la generación Z. O de la Alfa. O como llamen los sociólogos a esta cohorte demográfica que, en muchos casos, no sabe apreciar una época pretérita en la que, seguramente, todo era mucho más complicado, pero cuando se suplían con imaginación y arrojo las carencias estáticas, muchas, y de cualquier otro tipo, más, que existían. “Tiempos en que, tal vez, había falta de todo, y, sin embargo, parecía que no faltaba nada. Si algo no había, se inventaba, si algo se descosía, se remendaba, que tanto daba si fuera noche como día, que no había horas para dejar de servir lo que era centro de sus vidas”, loaba Pansard ante los que no se consideran sucesores de nada y recurren igualmente a esnobismos impropios y jamás antes usados. “Quienes creen saberlo todo, quienes creen haberlo inventado todo”.

También exigió respeto para la figura de la mujer, incluso bajo los tronos: “Sí, debajo de los varales. Ahí no admito, no debemos admitir, que la mujer quede relegada a los retales o ese burlesco discurso de llamarlas el último recurso cuando quedan huecos por cubrir”. Recordó a importantes cofrades ya desaparecidos, a las pioneras que abrieron caminos, no sin dificultad, en este mundo, también diseñado para hombres ¿y cuál no? Y a célebres representantes de la prensa y la radio, medio en el que el pregonero también ha tenido incursiones.

Pregón de la Semana Santa de Málaga 2024

Pregón de la Semana Santa de Málaga 2024

Pregón de la Semana Santa de Málaga 2024

Las palabras más sentidas

El pregón iba desgranando paulatina y progresivamente las diferentes advocaciones que conforman la Semana Santa malagueña, pero estaba claro que Augusto Pansard no podía renunciar a dedicar sus más sentidas letras a los titulares de las cofradías de las que es hermano: Pollinica, Sentencia y Piedad. Con el Señor en la Entrada en Jerusalén sitúa su primer recuerdo cofrade. Fue un flechazo. “A su lado me sentía el rey del mundo, y la gloria, la gloria era ese minuto fecundo de aquella mirada primera en aquel domingo de primavera cuando yo, vestido con mi túnica y faraona, rendía mi palma, el mejor tesoro que yo nunca tuviera”.

Cuando habló de la Sentencia, lo hizo especialmente de la imagen de la Virgen del Rosario, a la que dedicó sus alabanzas en forma de letanías, aprovechando su sentido de pertenencia a esta corporación del Martes Santo para exigir respeto al hábito nazareno. "Mi túnica es una brújula al revés”. “Es un astrolabio”. “Vivimos piel con piel”. “Mi túnica es mi confidente, es la guardiana de mis éxitos y también de mis derrotas”, dijo el pregonero, que se reviste de celeste para acompañar a la dolorosa de Santiago.

No habrá candelería pero sí un rosario de Avemarías. Susurros con plegarias que encienden tu carita como la mejor de las luminarias. Y miles de velitas imaginarias, que más que iluminar, incendian el Viernes Santo de Málaga

Y a la Piedad la llamó la “vecina del Molinillo”: “No habrá candelería pero sí un rosario de Avemarías. Susurros con plegarias que encienden tu carita como la mejor de las luminarias. Y miles de velitas imaginarias, que más que iluminar, incendian el Viernes Santo de Málaga. Y la ciudad entregada te entrega su cielo que se viste de duelo para que sea tu palio al que pinta una gloria anunciando la victoria para tu consuelo”.

Entre las referencias más celebradas a las distintas imágenes, las dedicadas a la Virgen de la O, a la Estrella o al Rocío. “María es nuestra fiesta”, dijo. También se detuvo en el Amor y la Cena, que conmemoran este 2024 sus centenarios fundacionales. Y de la Esperanza, por ejemplo, dijo: “… Aun entonces quedas Tú, con esa infinita quietud soberana que a golpe de campana amansa a una multitud que ha puesto en ti toda su confianza. Y, así, quedamos de ti prisioneros sin fianza, reos de esa carita de doncella malacitana. Reina de la dulzura, Niña de la guapura perfecta, verde envidia de la esmeralda, flor de la mejor guirnalda...” Sin embargo, y como novedad, pasó de puntillas por otros pilares devocionales de la ciudad, como el Cautivo o el Cristo de la Buena Muerte, habitualmente muy presentes en este tipo de exaltaciones. Y apenas si mencionó de pasada al Cristo Resucitado, titular de la Agrupación, convocante y organizadora del acto.

Semana Santa de la alegría y del silencio

Reivindicó la dualidad de la Semana Santa malagueña, que se vive con alegría, pero también en silencio. “Si le gritamos mil veces “viva” y le decimos piropos a docenas… no es que no se entienda la pena, no es algarabía ni es frivolidad, es que aquí se vive de otra manera. Para nosotros María es nuestro vaso espiritual, es nuestro valladar invisible. Con María nos sentimos invencibles porque es el sublime puente que nos lleva a Dios”.

Málaga es también dueña de sus silencios. Aquí sabemos sentir el cosquilleo de los susurros, de hablar con un siseo dormitando las palabras. Es el sonido de la emoción, un silencio como grito, una oración…

“Pero Málaga es también dueña de sus silencios. Aquí sabemos sentir el cosquilleo de los susurros, de hablar con un siseo dormitando las palabras. Es el sonido de la emoción, un silencio como grito, una oración…” Aquí quizás el pregón alcanzó el punto más álgido. El de mayor calidad literaria. “Es la categoría de quien sabe callar, de quien es capaz de hablar sin decir nada… porque no toca. Y la ciudad no se equivoca cuando pasa Dios en la fría losa de un Sepulcro, que lo llevan a enterrar desde la Trinidad hasta la Aduana. ¿Eres tú, Señor? ¿El mismo que antes daba clases de vida en esa escuela divina, y marchabas coronado de espinas llevado por Estudiantes? ¿Eres tú, o son imaginaciones mías? Qué ha pasado en medio para que ahora sin remedio se apague la algarabía de una juventud que quiere seguir siéndolo…

El mensaje dirigido a los cofrades se centraba en la unidad. Y aunque comenzó con un discurso quizás ya superado sobre la mímesis en un mundo globalizado desde hace mucho, volviendo a hacer mención al modo de presentar el guion en la procesión, o al uso de cera rizada por razones de malentendida procedencia, o a la calidad presupuesta de los artistas locales frente a los encargos que aún se realizan a los talleres foráneos, Pansard fue muy elocuente en esta parte de su pregón para reclamar acuerdo, “ante las piedras que encontramos en los caminos de ahí fuera, donde tantos nos esperan prestos a la zancadilla y a ponernos palos en las ruedas”, pero también unión para curar las heridas “que nos hacemos desde dentro” en un ámbito donde abundan los reyes de los pequeño.

Debemos unirnos frente a esos dueños de una libertad de expresión que a nosotros se nos niega. Debemos unirnos frente a predicadores vacuos, frente a los que con la etiqueta de lo laico nos excluyen sin miramiento y esconden

"Lecciones ni una"

Exigió para las cofradías el mismo trato que se les dispensa a cualquier otro colectivo. “Debemos unirnos frente a esos dueños de una libertad de expresión que a nosotros se nos niega. Debemos unirnos frente a predicadores vacuos, frente a los que con la etiqueta de lo laico nos excluyen sin miramiento y esconden, en verdad, un argumento arcaico para ensalzar su moral de saldo en cualquier foro o tribuna. Desde ya os digo que de esos, de esos, lecciones ni una”. Y a los cofrades también pidió coherencia para defender el derecho a la vida.

Y pidió igualmente a los cofrades diligencia a la hora de hacer frente a las afrentas que recibe la Iglesia: “Levantad vuestras pulseras de tela, enseñad esa estampa que duerme en la cartera y con la palabra y las obras como única metralla, colgaos la medalla y gritad como uno solo, respeto para la Iglesia, que es mi Madre y respeto para nosotros, que somo sus hijos, y todos unidos, porque los cofrades somos Iglesia, y la Iglesia también tiene que ser cofrade”

En las postrimerías, el pregonero reclamó empatía a los hosteleros. Con elegancia censuró la insistencia municipal en seguir empleando el resbaladizo y corrosivo líquido anticera en las calles al paso de los cortejos procesionales (“imaginar que el chorrito, esa ducha a golpe de manguera y jabón, se compadece y deja de sentir atracción por nuestra túnica nazarena”, dijo) y demando al obispo que recapacite respecto a su negativa de permitir que haya procesiones el Sábado Santo.

Todo esto para acabar con una encendida exhortación e incitación para salir a la calle, ya no solo en la procesión para hacer estación de penitencia “con la cabeza bien alta”, y dar testimonio de fe, sino también para auxiliar al necesitado, para ser “el mejor de los reflejos de esos valores que infundieron nuestros mayores” y para presumir de ser cofrades, “un privilegio digno de ser vivido”.

Suscríbete para seguir leyendo