Traslados

El Viernes de Dolores lleva la sobriedad a las calles de Málaga

La sobriedad y el recogimiento marcaron los traslados vividos este Viernes de Dolores en Málaga, con tres claustrales (Cristo del Perdón, Cristo de la Redención y Santa Cruz) y cinco por la calle, pero en un ambiente de oración: Monte Calvario, Viñeros, Expiración, Soledad (Mena) y Soledad de San Pablo

Corales, cuartetos de viento, rezo... El Viernes de Dolores marca un 'tempo' distinto en los traslados. El propio sentido de la festividad deja claro que no es momento para grandes bandas, ni para cuerpos de metales sonando a todo trapo. No es momento para ir meciendo el trono en la curva o recibir con aplausos la llegada de los titulares a la casa hermandad. Al contrario, el recogimiento y el silencio marcaron la tarde y la noche de traslados, donde hubo tres traslados claustrales.

La jornada empezó en las alturas de la ciudad. Desde su ermita, la Virgen del Monte Calvario bajó rodeada de un nutrido grupo de fieles que la acompañaba en su descenso por el irregular camino de bajada del monte hasta la calle Amargura, para entrar en los jardines de Alfonso XIII y a la Basílica de la Victoria. Con una capilla musical y unas sencillas andas, la elegancia de esta Virgen era un foco de atención entre el verde de los árboles y el pardo del terreno.

Traslado del Monte Calvario.

Traslado del Monte Calvario. / Miguel Ferrary

Una nube de incienso anunciaba su llegada a los que esperaban en el camino, con una importante cantidad de público, en especial vecinos del barrio de la Victoria y muchos alumnos del Colegio de Maristas Málaga, entre 3 y 15 años, que aprovechaban el viernes por la tarde para jugar y encontrarse en la explanada frente a la basílica. La llegada de la Virgen fue toda una revolución en dos fases. La primera de griterío, de aviso entre los amigos, de grupos de jóvenes corriendo al encuentro del cortejo. Algarabía y movimiento, que se transformaba en silencio y atención en cuanto se acercaba el sobrio cortejo.

El epicentro, en El Perchel

En este Viernes de Dolores, un día mariano por antonomasia, el barrio del Perchel se convierte en epicentro de esta víspera de vísperas. Desde tiempo inmemorial, además, la cita es ineludible con dos imágenes de la Virgen que comparten advocación y cuyas feligresías, aunque desde hace a décadas las separe una Prolongación, antes estaban unidas. En Santo Domingo ya se disponían los ritos finales de la eucaristía. La función principal de instituto del septenario dedicado a la Virgen de los Dolores del Puente, presidida por el director espiritual de la cofradía, Antonio Collado, estaba a punto de finalizar y, prácticamente sin solución de continuidad, comenzaba el solemne traslado del Cristo del Perdón a su trono procesional.

Traslado claustral y entronización del Cristo del Perdón (Dolores del Puente)

Traslado claustral y entronización del Cristo del Perdón (Dolores del Puente) / IAC

En la penumbra del templo, con la sola iluminación de un pasillo de cirios encendidos, portados por hermanos de la corporación, mientras la Virgen de los Dolores permanecía en su palio en el presbiterio principal, iluminada por varias parejas de candeleros, el Crucificado, a hombros, recorría la nave central en sobria comitiva para dirigirse al trono, situado en el bajo coro. 

Un cuarteto de viento-madera interpretaba el ofertorio de la Misa al Santísimo Cristo del Perdón que compusiera Antonio Rozas. Todo tan medido, tan preciso, pese a que durante el asenso la cruz llegó a inclinarse, que el Cristo ganaba la verticalidad cuando terminaba el último compás. Ya quedaba escoltado por dos ladrones. El Lunes Santo, uno disfrutará del Paraíso. El otro, lo rechazará. 

Prácticamente a la misma hora ya no cabía un alfiler en la plaza de San Pedro, el otro centro neurálgico de este Viernes de Pasión en el Perchel. Durante todo el día la Virgen de los Dolores Coronada había estado expuesta en veneración y desde las 19.00 horas, los fieles podían besar el pie del Cristo de la Expiración. A las 21.15 comenzaba el recorrido de un traslado que es el santo y seña de esta jornada procesionista en Málaga. Por unas calles que se resisten a dejar de ser lo que son, aunque tampoco es que puedan decir que son las de antaño. Permanecen en pie, no obstante, con orgullo ante la especulación. No se sabe aún por cuanto tiempo, porque el Perchel que no se vendía, al final... Montalbán, Angosta del Carmen, Cuartelejo... calles nuevas para el traslado de siempre, que siguen siendo los lugares precisos para ver discurrir la comitiva del traslado de la archicofradía. 

La Virgen de los Dolores Coronada en el traslado de Expiración.

La Virgen de los Dolores Coronada en el traslado de Expiración. / Eduardo Nieto

Con suma sobriedad, y tras un largo cortejo de velas, el Cristo que exhala su último aliento creado por Benlliure, a hombros de guardias civiles, dejaba mudo al nunerosísimo público que se concentraba en las aceras. Tambores destemplados marcaban el paso. La Banda de Antiguos Alumnos atacaba ‘Siervo de tus Dolores’. 

Y cerrando, la Virgen de los Dolores. Tan elevada, sublime, iluminada por una candelería avivada por su mirada, tomaba la curva con una suavidad infinita, muy despacio y sin tirones, y con ‘Cristo de los toreros’, de Faus, se alejaba mientras era capaz de mantener el pellizco en el ambiente. 

Coral en Carretería

Entre las luces de los comercios, la actividad de bares y restaurantes y el paso, a pocas decenas de metros, de la cofradía de Medinaceli, el cortejo de Viñeros emergía con una ejemplar elegancia a la calle Carretería. Llegaba tras recorrer la estrecha Arco de la Cabeza con el Nazareno en primer término, a apenas unos centímetros de devotos y curiosos. Con la Coral de Voces de Viñeros marcando el ritmo pausado de los portadores. Un largo cortejo de velas luchaba por crear algo de ambiente recogido frente a la competencia de numerosos luminosos comerciales. Ese contraste impedía ver el rostro doliente que tallara Francisco Buiza, como se lamentaba una señora que, pese a estar en primera fila, apenas podía apreciar los rasgos del Señor. Tras el Nazareno, con una túnica morda de corte sobrio, la Virgen del Traspaso y Soledad iba elegante vestida de hebrea, de forma sencilla y contenida. Con lo justo y necesario. Tampoco necesita más.

Traslado de Viñeros.

Traslado de Viñeros. / Eduardo Nieto

Vía Crucis para un Santo Traslado

En las postrimerías de este Viernes de Dolores, el barrio de la Trinidad vuelve a desempeñar un papel protagonista. En las vísperas de la jornada en la que la devoción hará temblar los pilares en los que la ciudad se asienta, de forma puntual, a las diez de la noche, se abrían las puertas del templo paulense para que diera inicio el solemne vía crucis de la hermandad de la Soledad de San Pablo, la decana trinitaria. La de los antiguos panaderos en cuyas tahonas, repartidas por la práctica totalidad de este histórico arrabal, se vendía este producto tan esencial. Y desde donde salía ese inconfundible aroma a pan recién horneado por el dédalo de calles que aún rezumaban vida y que ahora no son ni una triste sombra de lo que un día fueron. Pero ahí está la Soledad para reivindicarlo.

Traslado Soledad de San Pablo.

Traslado Soledad de San Pablo. / Álex Zea

¡Y de qué manera! Tras la cruz parroquial escoltada por ciriales se reunía un más que nutrido cortejo de hermanos que portaban velas. La seriedad y el rigor inundaban el ambiente mientras la comitiva avanzaba y se rezaban y meditaban las catorce estaciones. Como novedad, un hermano de la corporación, revestido con roquete y sotana y a viva voz, sin necesidad de megafonía, se encargaba de llevar a cabo la lectura y reflexiones de cada pasaje ante cada uno de los estandartes.

El Cristo del Santo Traslado, a hombros, pero sobre unas andas, con pureza penitencial en tela brocada recogida a la cintura con un antiguo cíngulo de oro fino. Cuatro faroles le prestaban escolta. Y la Virgen de la Soledad, en su característico risco de corcho y nimbada por una ráfaga de plata. Ambos, caminaban a los sones de la capilla del Carmen Doloroso, que ante las andas de la dolorosa, junto a la mesa de gobierno con guion, interpretaba las distintas piezas sacras. 

La cofradía ha estrenado este Viernes de Dolores la placa del pertiguero del Cristo, obra realizada por Cristóbal Angulo en Fuengirola, y réplica de la antigua de plata de ley del siglo XVIII del pertiguero de la Virgen, adquirida el pasado año. La iconografía elegida: el pelícano, que amamanta a sus crías picoteando su propio vientre.

Traslado de Soledad de Mena. Foto: Eduardo Nieto

Traslado de Soledad de Mena. / Eduardo Nieto

Recogimiento dentro y fuera

El traslado de la Virgen de la Soledad, de la Congregación de Mena, se ha convertido en una cita obligada de este Viernes Santo. Si necesidad de hacer grandes recorridos ni grandes alardes, la hermandad ha sabido darle carácter y sentido a este traslado, con un camino de luz de los círios de los hermanos que marcan el paso a las andas de la Virgen. Con su estética tan marcada, al abrigo de la noche con el ambiente de la luz de las velas y el ambiente preparado tras el traslado del Cristo del Perdón, la Virgen avanzó entre un numeroso y respetuoso público, desde el interior de Santo Domingo hasta su cercano salón de tronos, donde quedó entronizada a la espera del Jueves Santo por la mañana, cuando el crucificado de Palma Burgos sea elevado a su trono.

Cristo de la Redención en San Juan.

Cristo de la Redención en San Juan. / L. O.

También se vivieron otros dos traslados claustrales dentro de la festividad de la Virgen de los Dolores. El de Santa Cruz y la entronización del Cristo de la Redención, de los Dolores de San Juan. Estas dos advocaciones fueron protagonistas de actos muy sencillos, pero muy cuidados, en los que la oración, el silencio y la penumbra eran parte esencial de estos actos, ya que son definitorios del carácter de las dos hermandades.

Traslado de la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, de la Santa Cruz.

Traslado de la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, de la Santa Cruz. / L. O.

Dolores de San Juan apuntaló el recogimiento del traslado del Cristo de la Redención, que había estado en besapié durante toda la jornada, con el canto en gregoriano del Salmo 51 'Miserere mei Deus', mientras que la Santa Cruz estuvo acompañada de la capilla musical de la banda de música del Maestro Eloy García, de la archicofradía de la Expiración, mientras que la imagen iba con una sencilla saya negra y tocada por una mantilla también negra.

Juanma Moreno acompaña a la Archicofradía de la Expiración

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha visitado en la tarde de este viernes la Archicofradía Sacramental de la Expiración de Málaga, que representa historia, arte, patrimonio, implicación social y un vínculo importante con la Guardia Civil.

Allí, ha asistido a la subida al trono del Santísimo Cristo de la Expiración y de la Virgen María Santísima de los Dolores y al comienzo del posterior traslado a la Casa Hermandad.

Moreno se ha mostrado "orgulloso" y "agradecido" al recibir la medalla de esta hermandad, lo que ha calificado de "un inmenso privilegio" que le "acerca aún más" a su tierra y que "refuerza su sentimiento cofrade".

La Virgen de los Dolores se le atribuye a Vicente Asensio, mientras que el Cristo de la Expiración es obra de Mariano Benlliure y en 2001 fue nombrado protector oficial de la Guardia Civil.

El presidente andaluz ha estado a acompañado por la consejera de Empleo, Empresa y Trabajo Autónomo, Rocío Blanco, y por el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.