Manolo Escobar tiene 79 años y jubilar es un verbo que no piensa conjugar ni utilizar por el momento: está de gira con su espectáculo De Manolo a Escobar. El cantante se muestra educado, risueño. No tiene reparos en confesar que sigue con quimioterapia para superar el cáncer de colon que le detectaron el año pasado. De antología fue el manteo al que le sometieron los jugadores de la Selección Española en la celebración del título del Mundial de fútbol, sólo ocho días después de salir del quirófano en el que le extirparon el tumor. Les gritaba: «¡Que estoy enfermo, que estoy enfermo!». Faltó poco para que se le saltasen los puntos.

¿Cómo va la gira? ¿Torean en muchas plazas?

Afortunadamente sí. Después de Granada e Ibiza tenemos un par de cosas en Madrid y en la televisión de Castilla-La Mancha. Y seguiremos con más.

La verdad es que no está nada mal para los tiempos actuales.

Los tiempos que corren han vuelto a poner a la gente en su sitio. Antes los ayuntamientos contrataban y pagaban lo que los productores decían o lo que querían los concejales. Ahora quien quiere actuar tiene que ganárselo. Hay espacio para menos artistas que antes. Si va la gente a verte, cobras y, si no va gente, no cobras, eso es lo importante. Si trabajas bien, al final tendrás éxito. El artista tiene que trabajar como empresario.

Usted ya se pronunció a favor de las descargas.

Las descargas pueden hacer lo que quieran conmigo pero no descargarme a mí. Una actuación en directo no se descarga.

Además tiene muy buena conexión con el público en directo.

Sí, así es.

¿Cómo se encuentra? Ha pasado por problemas de salud delicados...

La verdad es que todavía me estoy poniendo quimio para el cáncer, aunque esto lo tengo yo más que superado. No sé si al final me dará un castigo pero de momento no. Me estoy poniendo la quimioterapia en pastillas, ya no es intravenosa como antes.

Hay gente que a sus años se retira y usted incluso, con este problema, sigue dando conciertos.

Lo hago porque me gusta. Sobre todo y por encima de todo me gusta estar encima de un escenario y ver al público. Es lo más importante para mí; después de mi familia, eso sí. Para comer ya tengo, como es lógico, pero me gusta salir al escenario, por eso lo hago. El espectáculo empieza y termina con la misma canción: Ni se compra, ni se vende. Una declaración de intenciones de un tipo que sigue sobre los escenarios cuando otros están en un retiro dorado.

No hablamos de un concierto al uso.

No es que sea tan diferente. En realidad las canciones son los éxitos de siempre. Lo que es diferente es que se verá una pequeña historia sobre la vida de Manolo Escobar. Por eso le hemos puesto el título De Manolo a Escobar. Hay una primera parte en la que soy Manolo, desde el momento en el que salgo de Almería hasta que llego a Barcelona. Allí hago el servicio militar y me caso, va despegando la carrera y empiezo a hacer cine. Ahí empieza la segunda parte en la que se habla de la vida del artista, de Escobar.

Dicen los que lo han visto que el espectáculo tiene un punto de arriesgado, porque no elude la autocrítica.

Es verdad, sí que hay un poco de autocrítica, hablo de mi vida... Pero no de nada de lo que se tenga que avergonzar nadie. Sin lugar a dudas en este espectáculo me desnudo más... Por el momento, en los lugares donde hemos actuado, los fans han disfrutado enormemente.