El paro entre informáticos es casi inexistente. Al final, los ceros y los unos dan para comer…

Así es. En el ámbito de los ingenieros informáticos puede decirse que hay pleno empleo. Sólo hay un pequeño porcentaje rotacional de profesionales en paro que cambian de trabajo y que en menos de tres meses consiguen empleo.

¿Cómo es posible?

Porque ahora mismo hay una gran demanda. Todo el funcionamiento de la sociedad, desde las grandes administraciones públicas, las organizaciones empresariales o el funcionamiento personal de cada uno, está gestionado por herramientas informáticas. Un móvil ya no es un teléfono móvil; un móvil es un ordenador móvil. Y la enorme cantidad de informática que hay ahí dentro no se hace sola, sino que es fruto del trabajo de un montón de empresas, profesionales e investigadores no siempre reconocidos en sus empresas ni aprovechados al máximo. Según las estimaciones, hasta el año 2020, en el conjunto de la Unión Europea van a faltar unos 700.000 profesionales de la informática que la sociedad europea necesitará pero que sus universidades y centros de formación profesional no van a ser capaces de abastecer.

Porque de la informática dependerán grandes ámbitos de nuestra vida…

Lo estamos viendo en nuestras vidas personales: las relaciones con todo el mundo, a través de las redes sociales o del correo electrónico, las llevamos encima las 24 horas del día. Está transformando nuestros hábitos de vida, la manera de ser de los chavales, la forma de prestar servicios de las instituciones o las empresas… Mira: que una empresa optimice la productividad y la competitividad -y cierre o no sus puertas-, está intrínsecamente relacionado con que aproveche al máximo las tecnologías informáticas disponibles en ese momento. Si no lo hace rápido, su competencia lo hará y se llevará el mercado.

Quítese el traje de presidente del colegio informático y póngase el de ciudadano. ¿Esos cambios que describía en las relaciones sociales no nos está idiotizando a gran escala?

Todos los seres humanos necesitamos un tiempo para asimilar un cambio. Y lo que está pasando es que está yendo mucho más deprisa la evolución de las posibilidades informáticas que la capacidad psicológica y neurológica que tienen las personas para absorber todo eso y encajarlo en nuestro modo de vida. El resultado de este impacto está siendo la desorientación. Y eso nos lleva muchas veces a decisiones erróneas. Como decir que las redes sociales son muy importantes y yo tengo que estar allí sin pensar cómo. Porque a lo mejor tu modo de vida no te lo permite o no es pertinente que estés. Desde luego, no en todas las redes sociales y menos aún enganchado a Twitter o a Facebook y dispuesto siempre a contestar.

Puede llegar a ser peligroso…

Por supuesto. Si te obsesionas con seguir la vorágine de las redes sociales, no vas a llegar a todo y acabarás exhausto, esclavo de ellas y, seguramente, con adicción. Porque si dedicas tanto tiempo trastocas tu modo de vida: cambia tu forma de estar en el trabajo, se reduce el tiempo que le dedicas a tu pareja y a tu familia, e incluso dejas de hacer tus hobbies (ya no lees, ya no escuchas música, ya no vas al gimnasio o a correr) para poder atender mejor las redes sociales o el blog que te has creado. Y así, sin que te des cuenta, en un par de años has cambiado radicalmente tu día a día y la distribución de tu tiempo libre. Uno tiene que tomar conciencia de eso y gestionarlo, porque, de lo contrario, te arrastra. Y te vas a divorciar, tendrás problemas con tus hijos, tendrás una crisis personal al darte cuenta de que te has equivocado. No es un problema de la tecnología, sino de su uso. Es como estar obsesionado con ir al bar, con practicar el aeromodelismo o el ciclismo amateur.

Todo en su justa medida…

¡Claro! Quizás el problema radique en que para saber gestionar ese impacto en tu modo de vida debes tener una solidez personal. Y quizá lo que está pasando es que estos cambios tecnológicos están coincidiendo en un fallo en la solidez personal que hay en los ciudadanos: en su educación, en el bagaje y el criterio de la gente. La falta de madurez personal en amplias capas de la sociedad ha dado a estas herramientas más potencia y calado. Pero hay mucha gente que no es consciente de todo lo que está prescindiendo en su vida por dedicar tanto tiempo a una cosa.