La agenda de trabajo de Nacho Jacob, conde de Pozos Dulces desde 2010, incluye los móviles de Paris Hilton, Jean Paul Gaultier, Isabel Preysler, Luis Miguel o David Beckham. El relaciones públicas, que correteaba por ses Salines y Aigües Blanques cuando era un niño, fundó los premios Dedales de Oro y Español Internacional y ha participado en programas de crónica social de TVE, Antena 3 y Cuatro

¿Es usted conde de Pozos Dulces, ¿debo darle un tratamiento especial?

No, de tú, que estamos en el siglo XXI. El tratamiento con que se dirigen a mí Casa Real, órdenes religiosas o militares e instituciones es ilustrísimo señor. Pero todo el mundo me trata de tú. Es lo que me gusta.

Lo de los títulos nobiliarios, en el siglo XXI, ¿no suena un poco anticuado?

Sí, puede sonar un poco como de antaño. Es como un cuadro antiguo que se queda siempre en la familia, un recuerdo que pasa de padres a hijos y que te sirve para saber que tuviste un antepasado digno de la concesión de un título nobiliario.

Seguro que su condición le ha permitido tener contactos que de otra manera no tendría.

Te abre puertas, pero también hay gente detractora del tema nobiliario, republicanos a los que no les gusta la aristocracia. Me he hecho a mí mismo. Mis padres me han ayudado con unos buenos estudios y procurando que me preocupase, porque era un poco díscolo. Me han presentado a la princesa Beatriz de Orleans, Rania de Jordania, la princesa de Romanones o la condesa de Montarco, que formaban parte de su círculo de amigos. Me ha permitido abrirme en un campo aristócrata.

¿Un buen relaciones públicas debe saber cuándo callar?

Por supuesto. El éxito en mi carrera se debe a la discreción. Es una frase muy manida, pero valgo más por lo que callo que por lo que cuento.

Es lo que dicen todos en los programas de corazón.

Lo empezó diciendo mi amigo Jaime Peñafiel y realmente es así. Sé muchísimos secretos e intimidades, cosas que estoy convencido que no querrían que se hicieran públicas. Además de mi secreto profesional hay cuestiones que forman parte de su intimidad más absoluta.

Si usted ahora dice que va a escribir un libro...

Me tendría que ir de España. Sé tanto de tanta gente que soy una bomba.

¿Qué papel tiene un relaciones públicas en un momento en que todo el mundo lo cuenta todo en las redes sociales?

Tengo casi 100.000 seguidores en Twitter, 20.000 en Instagram y 8.000 peticiones esperando en Facebook. Cuido mucho lo que cuelgo. Debes saber cuándo decir algo y cuándo estar callado.

¿Su agenda tiene precio?

No lo tiene. Mi agenda tiene los móviles de Luis Miguel, Julio Iglesias, Paris Hilton, Plácido Domingo o David Beckham. Es muy personal. Creo que tiene más ventajas ser su amigo que ir contando cosas que no les gustaría que se supieran.

¿Cuál es la celebrity más divertida?

Hay gente muy divertida. Una de las cosas bonitas de esta profesión es lo bien que te lo pasas.

No me ha dado nombres.

Con Julio Iglesias me río mucho. Ahora que están de moda esas bromas y chistes que hacen con él, se los enseño y se ríe. Dice que la realidad es aún peor. Antonio Banderas también es muy divertido. Parece introvertido y serio, pero no lo es.

¿Qué famoso no durará mucho en el candelero?

El término famosos es tan amplio... Una cosa es alguien que se ha ganado un reconocimiento a base de esfuerzo, como un escritor, un actor o un pintor, y luego está la gente que se hace famosa de la noche a la mañana. Son como el humo. Hay algunos que han sabido gestionar su fama y siguen en la televisión.

Pero estos personajes duran una o dos temporadas antes de acabar en el olvido. Quienes realmente tienen algo que transmitir son los artistas. Concha Velasco, Aitana Sánchez-Gijón, Victoria Abril, Alfredo Landa, Pepe Sancho... Gente que durará eternamente. Siempre pensaremos en sus canciones o sus películas. Hace poco venía escuchando a Rocío Jurado en el coche. ¿Cómo vas a olvidar a Rocío Jurado? Esa voz la escucharán nuestros nietos. Eso es arte, lo demás son fenómenos que se crean a través del negocio de la televisión.

¿El mundo del famoseo se ha convertido en un circo?

Por supuesto. Antes, las celebridades eran muy exclusivas, solo salía alguien a la palestra porque era reconocido por su trabajo. Grandes actores o cantantes. Pero las televisiones crearon los realities y hacían famosos de la noche al día a gente a la que no se conocía de nada. Se ha formado un batiburrillo de esa gente y famosos de verdad. Todos mezclados.