No está siendo una temporada cómoda para el Unicaja y para su enfermería, en la que fisioterapeutas y médicos están haciendo muchas horas extras. Demasiados problemas físicos, lesiones de larga duración y focalizadas, además, en jugadores claves en los esquemas de Luis Casimiro, han impedido que el equipo tenga continuidad. Sobre todo han lastrado a los verdes en dos momentos claves de la temporada, jugándose todo a una carta en la Copa del Rey de Madrid y en el play off de la Eurocup ante el Alba Berlín, en ambos casos con resultado adverso.

Es verdad que todos los equipos tienen lesiones. No es algo exclusivo del Unicaja. Es inevitable que jugando tantos partidos seguidos, con la exigencia física que ello conlleva, los músculos se resientan y los percances físicos sean el pan de cada día en todos los vestuarios.

Pero tampoco se puede negar que hay lesiones y lesiones. Y también lesionados y lesionados. El problema del Unicaja es que ha sufrido cuatro percances «serios» que han llevado a sus protagonistas a perderse dos o más meses de competición y que se han cebado, además, en tres jugadores determinantes en el equipo, el núcleo duro del plantel: Alberto Díaz (dos veces), Carlos Suárez y Jaime Fernández.

Para Luis Casimiro, desde luego, ha sido un quebradero de cabeza. El Unicaja es un equipo con un buen presupuesto y con una buena plantilla, pero sin las posibilidades económicas de otros clubes tipo Real Madrid, Barça o incluso Baskonia, con plantillas mucho más largas y en las que cualquier percance serio se puede sustituir con el fondo de armario que hay en unos rósters de 14 ó 15 jugadores o, incluso, saliendo al mercado para firmar refuerzos que palien cualquier contingencia no deseada en pleno curso.

En el Unicaja se ha optado esta vez, salvo en la segunda lesión de Alberto -que llegó Ryan Boatright- por mover piezas del puzzle para tapar agujeros. Con la primera lesión del base malagueño, se apostó por el canterano de 16 años Pablo Sánchez y por poner a Jaime Fernández de base. Con la de Carlos Suárez se optó por el canterano Morgan Stilma y por poner puntualmente a Dani Díez de ala-pívot. Y con esta última de Jaime Fernández, se ha optado por el canterano Lucas Ñuñoz y por poner a Waczynski más de «2» que de «3».

El caso es que las variantes han valido para ir sacando partidos, pero no para mantener el alto ritmo de juego y de buenos resultados que tuvo el equipo al inicio de la temporada, cuando maravilló por su juego rápido y por su eficacia ofensiva ganando y ganando partidos tanto en la Liga Endesa como en la Eurocup.

Los números son contundentes. De los 46 partidos que ha jugado este curso el Unicaja, solo 11 han sido con los 12 jugadores que arrancaron la temporada como miembros de la primera plantilla verde: Brian Roberts, Alberto Díaz, Jaime Fernández, Sasu Salin, Dragan Milosavljevic, Adam Waczynski, Dani Díez, Carlos Suárez, Kyle Wiltjer, Giorgi Shermadini, Mathias Lessort y Viny Okouo.

Pues bien, en esos once partidos con la plantilla al completo, el balance es de 8 victorias y solo tres derrotas. Mientras, en los 35 choques con al menos una baja, el balance es de 20 victorias y 15 derrotas. El dato se hace más llamativo si hablamos de porcentajes. Con el equipo al completo, el Unicaja ha ganado el 72.7% de sus partidos. Sin embargo, con algún lesionado la eficacia de victorias cae a solo un 57.1%.

Las ocho victorias con el Unicaja a pleno rendimiento fueron contra el Valencia (86-73), Fuenlabrada (79-93), Fraport Skyliners (91-64), Herbalife Gran Canaria (89-76), Mornar Bar (85-96), Barça Lassa (78-73), Fiat Turín (89-68) y Divina Seguros Joventut (88-63). Las tres derrotas las sufrió ante el Rytas Vilnius (80-72), Real Madrid (89-82) y Joventut (93-86).

Casimiro y la afición cruzan ahora los dedos para que la mala racha de lesiones haya acabado y el Unicaja pueda trabajar al completo y encarar el resto de temporada con su 12 de gala, el que le ha traído tantos éxitos este curso. La pista del Breogán, próxima estación liguera, el domingo 21 de abril.