Batu Angus, que en indonesio significa "piedra quemada", es un páramo dentro de la isla tropical de Ternate (Molucas del Norte, noreste de Indonesia), donde todo lo que abarca la vista son montones de enormes rocas negras de aristas vivas.

"Son los restos de la erupción del Gamalama en 1840, una de las mayores que se recuerda. Lanzó cientos de toneladas de rocas sobre la isla y sus alrededores", relata a Efe el guía turístico local Mursid, que como muchos indonesios responde a un sólo nombre.

Algo más allá comienza la empinada ladera de uno de los volcanes más activos de Indonesia, que se eleva hasta 1.715 metros y en cuya cumbre se abre un cráter que, desde hace unas semanas, desprende lentas bocanadas de espeso humo blanco.

La isla de Ternate es, básicamente, la parte del volcán Gamalama que emerge del mar de las Molucas; y sus 60.000 habitantes están más que habituados a que el monte ruja, como sucedió en sus últimas erupciones, en 1980, 1983, 1994 y 2003.

El Gamalama es uno de los 17 volcanes indonesios que se encuentran ahora en segundo o tercer grado de alerta sobre una escala de cuatro, según el Centro Indonesio de Vulcanología y Mitigación de Desastres Geológicos (VSI).

El segundo nivel conlleva una creciente actividad y cambios perceptibles a simple vista, mientras que el tercero implica pequeñas pero frecuentes erupciones y la prohibición de acceder al monte.

"Ahora, ninguno de los volcanes en alerta presenta un riesgo inminente de erupción total, pero hay que estar preparados, no se puede descartar nada", explica a Efe Hendrasto, responsable de la División de Seguimiento e Investigación del VSI.

Cerca de cuarenta millones de indonesios viven a menos de cincuenta kilómetros de estos 17 volcanes, bajo la amenaza permanente de las erupciones de lava, la lluvia de ceniza y las nubes de gases calientes.

Esta semana, las emanaciones del volcán Slamet (Java, suroeste del país) han provocado que cerca de 200 personas tuvieran que recibir atención médica por problemas respiratorios e irritaciones oculares, lo que ha obligado a las autoridades a repartir miles de mascarillas.

En 2006, decenas de miles de personas fueron evacuadas en los alrededores del Merapi (Java) para evitar que las nubes de gases recalentados provocasen víctimas mortales como sucedió en 1994.

No obstante, la consecuencia más peligrosa de los volcanes es el lahar, las riadas de fango que se generan en ciertas erupciones y que son la principal causa de muerte y destrozos de este tipo de fenómenos naturales.

Para minimizar estos daños, la isla de Ternate cuenta con quince grandes canales radiales, similares a torrenteras, que siguen las rutas naturales de desagüe y que en algunos puntos han sido ampliados y reforzados con diques de piedra.

Estas estructuras están diseñadas para "conducir el lahar" hasta el mar, explica Hendrasto.

No obstante, la fuerza de la naturaleza ha llegado en ocasiones a arrastrar hasta el mar alguno de los puentes que cruza por encima de estos canales, como en la erupción del Gamalama de 2003.

Además de éste, otra decena de volcanes indonesios de gran actividad como el Semeru, el Merapi y el Karangetang cuentan con infraestructuras similares, construidas todas entre hace más de diez años.

Indonesia se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, un área de gran actividad sísmica y volcánica que alberga más de 400 volcanes, de los que al menos 129 continúan activos y 65 están calificados como peligrosos.