Dicen que quien los prueba repite. Y es que el sabor de estos «trocitos de cielo», como los llaman algunos, es tan delicioso que no puede ser de otra manera. Por regla general, un pastel siempre está bueno y gusta a la gente, sobre todo a los más golosos, pero si se trata de productos artesanales elaborados cuidadosamente por las manos de monjas andaluzas de 36 monasterios diferentes, el sabor se convierte en celestial.

Eso es lo que ocurre en la V Feria del Dulce de Convento, que se inauguró ayer en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Torremolinos y que ofrece la oportunidad de conocer y adquirir los productos pasteleros y de confitería que se elaboran en los hornos de las órdenes religiosas de clausura de Andalucía, hasta el próximo miércoles día 8.

Borrachuelos, mostachones, los tradicionales mazapanes, amarguillos, angelinas, yemas, huesos de chocolate, alfajores, bienmesabe, trufas, roscos o encomiendas son algunos de los típicos dulces, no sólo navideños, que forman parte del extenso catálogo de productos. En total, 3.000 kilos de especialidades. Pero sin duda alguna, lo más vendido son las yemas de Santa Clara, el producto estrella de la Feria.

Para llevar a cabo la venta de los productos de estos monasterios llegados de las ocho provincias andaluzas, se necesita la labor de voluntarios de peñas y asociaciones de Torremolinos, que un año más prestan su colaboración en la atención de los stands.

Tradición histórica

Tradición, productos naturales y recetas que, en muchos casos, han compartido generaciones en los cientos de años que llevan elaborándose a la antigua usanza. Más de 200 referencias de la pastelería y la confitería monacal integran el catálogo de productos para los amantes de la tradición y el mejor sabor.

El objetivo es ayudar a sostener los gastos diarios de esas órdenes religiosas y colaborar en el mantenimiento de los conventos y monasterios andaluces, en muchos casos de enorme valor histórico-artístico y que, muy a menudo, sólo cuentan con el propio esfuerzo de las religiosas para la obtención de los recursos que garantizan su estado en las mínimas condiciones.

«Aunque todos los productos que hay no sean típicos navideños aprovechan estas fechas para vender, porque es una forma de darle salida al trabajo de estos conventos. Muchos tienen la posibilidad de vender durante todo el año, pero otros no», indica Francisco Javier Barrós, uno de los voluntarios que facilita la venta de los productos, en este caso, en el puesto del Monasterio de la Encarnación, de Antequera.

No obstante, y aunque muchos clientes piensan que los precios son los correctos para unos productos elaborados de forma artesanal, algunos de los voluntarios opinan que, con la situación económica que se vive actualmente, los precios se deberían haber bajado para vender más.

Ana Avilés, otra de las voluntarias en el puesto del Monasterio Jesús Nazareno de Cádiz, afirma que «los productos se agotan y el año pasado, por ejemplo, no quedó nada. Yo acabé de vender todos los que había en mi puesto y me iba al de algunos compañeros, que tenían más productos, y se los vendía también. Si hubiera más también se venderían», explica.

Los amantes de los sabores dulces y artesanales, tienen una cita en esta Feria, de entrada libre, en horario de11.00 a 15.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas, para no quedarse con las manos vacías. El alcalde de Torremolinos, Pedro Fernández Montes, lo hizo ayer y tras la inauguración recorrió los stands y colaboró en algunos de ellos con la compra de productos.