Aunque ya conoce el escenario del Teatro Vicente Espinel de su Ronda natal, Rodrigo Ponce de León lo pisa en solitario por primera vez el próximo sábado 25 de enero (20.30 horas) para presentar su ópera prima, Dejadme solo, un monólogo sobre la actualidad social, económica y política de nuestro país, con la generación de los treinta años como hilo conductor. Ponce, que durante los doce últimos años ha compaginado su labor de guionista y director de cortos con su trabajo en la exitosa obra Dos hombres solos sin punto com... ni ná, se forjó un lugar destacado como humorista en el programa Nuevos Cómicos de Paramount Comedy.

¿Qué le lleva a escribir Dejadme solo?

Este proyecto nace con el nacimiento de mi sobrina. Empecé a pensar en la diferencia que habrá entre su generación y la mía. Y el monólogo gira en torno a la pregunta de que si cualquier tiempo pasado fue mejor o no.

¿Cree que los que viene por detrás vivirán peor?

Hombre, la sociedad joven actual tiene sus cosas buenas en comparación con la mía, pero también tiene sus cosas malas. Hay asuntos, como las nuevas tecnologías, que facilitan las cosas por un lado y que las dificultan por otro. Por ejemplo, en el monólogo digo que lo que ahora se llama bullying es algo que ha existido toda la vida. Lo que ocurre es que hoy los alumnos no sólo se pegan entre ellos sino que también pegan al profesor y lo cuelgan en internet. También señalo las diferencias entre Dora la exploradora y Campeones o Los Caballeros del Zodiaco.

El monólogo ha sido un género sobreexplotado en los últimos diez años. ¿No resulta cada día más complejo ser original en este campo?

Claro. Salvando a gente como Gila o Tip y Coll, sí que es verdad que a raíz de Paramount Comedy o El Club de la Comedia, el género ha vivido una explosión. Cuando yo empecé hace 12 años en Paramount Comedy los temas no se repetían. Ahora, con la gran proliferación de monologuistas, sí que es cada vez más difícil encontrar un tema que no esté trillado. Pero alguno queda.

¿Dónde cree que reside el secreto de su éxito?

No sé, es una pregunta muy complicada. Hay una reacción del público que me encanta: cuando empiezan a asentir con la cabeza y a aplaudir como diciendo que todo lo que les cuento es verdad. La cuestión es hablar de cosas por las que todo el mundo ha pasado pero que nadie cree que los demás las hayamos vivido.

¿Por ejemplo?

Hay una parte del monólogo en la que hablo de las relaciones, y lo que vengo a decir es que los hombres ya no somos románticos porque las mujeres han basado la idea del romanticismo en las películas de amor. Y las películas de amor no son románticas, son mentira. No hay hombres en su sano juicio que hagan lo que hacen los protagonistas masculinos de las películas románticas.

Ha hablado de Gila y Tip y Coll. ¿No tiene referentes más cercanos?

Hombre, claro. Los de mi generación nos hemos criado con Martes y Trece, con los Morancos... También tengo que destacar a Ricardo Castella, que fue quien me enseñó a hacer monólogos junto a Ángel Martín. Les debo mucho a ambos.

El monólogo también permite abordar temas espinisos sin muchos rodeos...

Sí, te ofrece mucha libertad para usar el humor en temas delicados. Es un poco como el bufón del rey: puedes decir lo que quieras, siempre y cuando que sea con respeto. Al final lo que intento es que la gente se olvide se sus problemas durante hora y media. Tampoco pretendo montar una revolución, pero sí crear conciencia sobre algunas cosas a través del sentido del humor y la risa.

¿Qué es lo peor de la crisis?

Hay tantas cosas... Yo creo que el rescate a los bancos, que al final hemos acabado pagando todos nosotros. La afirmación que decía que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades me chocó mucho. Yo sigo con el mismo coche, el mismo piso y el IVA cada vez me quita más dinero. No sé, todo resulta un poco extraño. Al mundo de la interpretación se le ha subido el IVA, incluso a los entierros se les ha subido el IVA, pero el sueldo de los políticos sigue siendo el mismo. No veo lógico que el sueldo de los políticos se mantenga y baje el de la policía y los bomberos.