Málaga vuelve a ser, como lo fue en las anteriores ocasiones con The Hole y The Hole 2, el punto de partida de la nueva aventura del Agujero más divertido y descarado de la escena española. The Hole Zero, precuela de la saga que descubre el origen de este universo que combina circo, cabaret, música y humor, se presenta del 6 al 24 de julio en Málaga con una nueva estética disco y con La Terremoto de Alcorcón y el malagueño Canco Rodríguez, que actualmente participa en la obra El Jurado, como maestros de ceremonia.

Estrena este nuevo espectáculo en Málaga, su tierra. ¿Qué sintió cuando se lo propusieron?

Estoy encantado, maravillado de que se estrene aquí, en mi casa, en mi tierra. Cuando me llamaron para ofrecerme hacer The Hole Zero, ya de primeras sabía que me iba a gustar. Pero cuando me dijeron que se estrenaba aquí antes que en Madrid, además en el día de mi cumpleaños, y que íbamos a estar ensayando aquí en Málaga también, me pareció magnífico. Y sobre todo porque quieren que el primer contacto sea ante los malagueños. Su opinión les vale como primera opinión en un espectáculo tan importante. Y eso es un orgullo como malagueño. Siento mucha ilusión de poder hacerlo, la verdad.

¿Qué va a encontrar el público en esta precuela?

En primer lugar, Iñaki Fernández, el productor, ha viajado mucho, ha visto grandes espectáculos y después dice: «Eso lo quiero hacer yo, es nuevo». Si va a Nueva York y ve un espectáculo conceptual, transgresor, lo quiere aquí. Y de repente, te monta un espectáculo en España. Sus influencias son grandes compañías que llevan años y años revolucionando el circo, el teatro y el cabaret. El público le ha respondido bien con The Hole y The Hole 2, y él sigue peleando por hacer espectáculos nuevos.

¿Cómo es trabajar con La Terremoto de Alcorcón?

Es maravilloso. Trabajar con ella es aprender . Tiene un perfil de artista que tienen pocos en este país. Es una suerte para mí. Es una actriz creativa al cien por cien, una fuente de creatividad. Todo lo que dice es súper interesante y evidentemente es el alma de The Hole. Para mí es una suerte trabajar con ella .

¿Exige aquí su papel más riesgo a nivel de actuación que en otras obras en las que ha participado?

No. Yo ahora estoy haciendo otra en Madrid que es otro tipo de trabajo. Es diferente, más serio. Es una crítica social y política de la situación que ocurre en España. The Hole Zero te lleva a un lado más festivo, muy reflexivo también, cuando en ocasiones decimos «sé tú mismo». Son diferentes trabajos. Evidentemente, tengo estar más en forma, físicamente bien, tengo que cantar, bailar, actuar...

Hablando de El Jurado, ¿qué tal la experiencia de trabajar en esta obra con otros actores malagueños como Pepón Nieto o Eduardo Velasco?

Es maravilloso, la verdad. Creo que somos siete u ocho andaluces los que trabajamos en esta obra. Y trabajar con dos malagueños a los que admiro mucho y a los que además quiero, es una alegría. Y más con un director como Andrés Lima, que es un director por el que bebo los vientos porque es un maestro. Es un placer y sobre todo que me dé la oportunidad de romper el perfil que me suelen ofrecer. Es genial que confíen en mí como actor dramático.

¿Cree que con estos trabajos ha conseguido salir de la piel de El Barajas?

Más que salir del encasillamiento, simplemente yo le digo al público que me permita sorprenderlo. Pero el público es soberano, los espectadores dicen lo que quieren y lo que no. Pero la verdad es que quejarte cuando estas trabajando no es muy sano... Es una suerte trabajar, porque el 90% de mis compañeros no lo hacen. Poquitos somos los que trabajamos como para que nos quejemos.

¿Teatro o televisión?

Todo. Me lo como todo. Teatro, televisión, cine, musicales, circo... Lo que me pongan por delante. Todo lo que sea actuar, trabajar, crear personajes e interpretarlos y encarnarlos me gusta.

Antes de meterse de lleno en el teatro empezó a estudiar Periodismo. ¿Por qué abandonó?

Por que me enamoré del teatro. Lo llevaba todo a la vez y cada vez el teatro me gustaba más y le dedicaba más tiempo. Estaba apasionado, como drogado por él y no podía ver otra cosa. Bebía los vientos por el teatro. Llegué a un punto en el que pagaba las matrículas para nada. Así que decidí dejarlo.