Una vez más, el Ayuntamiento de Málaga se contradice en relación al arte urbano en la ciudad. Al parecer, hay arte que está permitido -y muy bien subvencionado- y otro que molesta. El mismo Consistorio que invirtió 232.000 euros en las dos ediciones del fallido proyecto MAUS (Málaga Arte Urbano en el Soho), envió el pasado lunes una carta al responsable del bar Modernícolas, Iñaki Serrano, para que retire el grafiti que decora su fachada en calle Nosquera. «Me explicaron que incumplo la normativa del Centro Histórico y que debo retirar el dibujo en diez días», apunta Serrano, que de no cumplir con la solicitud hará frente a una multa de al menos 600 euros.

El bar Modernícolas lleva cinco años abierto. Es un establecimiento que, según sostiene su dueño, ha sufrido hasta tres cambios de imagen en los últimos años. «Yo soy consciente de que estoy fuera de la ley», dice Serrano, en referencia a la imposibilidad de pintar la fachada de su local, ya que, explica, «solo se puede pintar la persiana». Sin embargo, el pasado jueves decidió recurrir a petición de Urbanismo con el objetivo de que se modifique una ley que considera «obsoleta».

La normativa se aprobó en el año 2000, pero en 2017 se emplea dinero público para hacer murales. «Si la ciudad es tan moderna, que lo sea para todo. Queremos aparentar algo que no somos». Las palabras de Serrano recuerdan al proyecto MAUS, puesto en marcha en el año 2013 y con el que el Ayuntamiento, en colaboración con la empresa que gestiona el CAC, pretendía la recuperación del Soho a través de murales de artistas urbanos reconocidos internacionalmente, como Obey.

«Yo no tengo ningún problema en pintar, lo único que quiero que entiendan es que por el tipo de negocio que es Modernícolas el hecho de cambiar la fachada por un color marrón haría que perdiéramos la identidad», se queja el responsable del local.

No es la primera vez que se da esta situación en la ciudad. «A un amigo mío que tiene su establecimiento en el Soho le hicieron lo mismo y él también decidió recurrir. Ahora ambos estamos en el aire», afirma Iñaki Serrano. Efectivamente, en mayo del año 2016, los propietarios de la tienda The Place, situada en el Soho, vivió una situación similar. En aquel momento, el Consistorio se comprometió a buscar una solución que beneficiara a ambas partes. «A mí no me cuesta nada eliminar el grafiti», repite Serrano, que añade: «Lo que yo no quiero es encontrarme mañana en el periódico una noticia en la que se diga que el Ayuntamiento ha invertido miles de euros en arte urbano en la ciudad».

El responsable de Modernícolas confiesa que cree que ha sido uno de los vecinos el que ha hecho la denuncia. Paradójicamente justo al lado de la entrada del local, la puerta de un edificio recuerda el paso de unos grafiteros. Sus firmas están allí, en color blanco. «Si cubro la fachada de marrón es probable que la pinten», advierte Serrano, que espera que el conflicto se resuelva lo antes posible.

El arte urbano oficial y el prohibido siguen protagonizando situaciones esperpénticas en Málaga. Algo que no juega a favor de la imagen de la ciudad de la cultura.