Los cineastas Fernando Birri y Basilio Martín Patino, fallecidos en 2017, serán los protagonistas de sendas retrospectivas en la edición número 21 del Festival de Cine de Málaga, que se celebra del 13 al 22 de abril. Estos ciclos irán acompañados por la publicación del libro Birri/Patino. Estrategias frente a lo real, editado por la editorial malagueña Pálido Fuego y escrito por Pablo Piedras y Carlos F. Heredero.

Entre las películas programadas de Fernando Birri están Tire dié (1958), Los inundados (1962) y Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988). Por su parte, de Basilio Martín Patino están programadas Nueve cartas a Berta (1966), Canciones para después de una guerra (1971), Madrid (1987), Ojos verdes (1996) y Libre te quiero (2012).

Santafecino y latinoamericano, cineasta y titiritero, inspirador de escuelas y utópico andante, el legado de Fernando Birri trasciende el cuerpo de su obra fílmica: una veintena de trabajos realizados a lo largo de más de cincuenta años. La filmografía de Birri da cuenta de las búsquedas y contradicciones de un artista inquieto, que intentó entablar un diálogo con las neovanguardias, el cine experimental y la psicodelia en una película maldita como ORG (1967-1978) y exploró las arenas movedizas del realismo mágico en Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988), transposición del cuento de su amigo y cofundador de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Gabriel García Márquez. Su último filme, El Fausto criollo (2011), cierra el círculo de su derrotero internacional con el retorno a Santa Fe, su tierra natal, en un relato que reelabora los orígenes de la literatura nacional y de su propia trayectoria artística.

Desde España, inconformista y heterodoxo desde sus comienzos como activista de cine-club hasta sus últimos días, Basilio Martín Patino contribuyó de manera decisiva a poner en pie aquel cónclave fundamental de la disidencia crítica frente al cine oficial del franquismo. Y también a impulsar, con un vibrante chute de energía modernista, al entonces incipiente Nuevo Cine Español. Para Patino, más que para ningún otro cineasta de su generación, las imágenes fueron siempre un vehículo de conocimiento, una herramienta para abrir grietas en nuestras convicciones.