Mujeres al borde de un ataque de nervios es el proyecto que Factoría Echegaray y la Escuela Superior de Arte Dramático. bajo la advocación de Factoría Formación. han presentado en lo que se espera una colaboración con futuro. Es obvio que el origen del musical está en la película de Pedro Almodóvar, pero lo cierto es que el musical es una adaptación de 2010 para Broadway. La historia es la misma. La que se nos presenta no deja de tener su gracia, como la tuvo años atrás cuando Almodóvar sorprendía, aunque hoy puede aparecer algo inocente. Igual la simpatía de los personajes y sus peripecias siguen dando lugar a la risa. Pero aquí hay que entender que los personajes tienen su original en la memoria colectiva y la dificultad para sobreponerlos no es desdeñable. No hay problema, algunos trabajos actorales resuelven muy bien la creación de roles. Pero también es cierto que aún se podría haber llegado a una mayor diversidad en la construcción de las características porque la mayoría se quedan en una visión algo básica. Y es que parece haberse primado la parte músico-vocal y coreográfica, que desde luego da excelentes resultados. Innegable que en ese aspecto un musical tiene que lucir. Los arreglos musicales de Nacho Doña consiguen la visión unitaria de una historia donde además cada tema contiene su propia y elaborada particularidad. Las coreografías se desarrollan con un criterio escénico inteligente, que no sólo logra lo atractivo sino que da empaque y permite a los actores lucir sus destrezas.

En general, hay un aporte en la dirección tanto musical como escénica excelente. Se ve claramente la propuesta hacia un sentido dinámico y muy limpio que permite destacar los momentos relevantes y afianzar las pautas cómicas sin estridencias. La pega es que hay elementos perturbadores para trascender lo que ya se espera de una Escuela de Arte Dramático y sorprenda. Y es que el escollo está en la producción. La imagen del espectáculo es limpia, y sus elementos integrantes buenos, pero los recursos pecan de inocentes. No está suficientemente bien resuelta una escenografía a la que le falta imaginación, y el diseño de luces no aporta nada más allá de lo más elemental. El sonido€ Y aunque resultara potencialmente interesante la orquesta en directo, lo sería si hubiera mayor instrumentación y estuviera fuera del escenario. Es preferible una grabación de estudio que sea redonda. Hay cosas que hacen pequeñito lo que podría ser grande. Eso sí, da para disfrutar y reírse.