La intérprete, ganadora del Goya en tres ocasiones -el último en la pasada edición como actriz de reparto en «Una pistola en cada mano»- protagoniza junto a Javier Cámara la nueva película de Isabel Coixet. Asegura que prefiere tener trabajo que tener premios y sostiene que en 2017 se ve peleando por lo mismo que ahora: «Para que me den trabajo y me paguen dignamente».

Realiza en esta película una interpretación intensa, descarnada. ¿Ha tenido que enfrentarse a muchos miedos para interiorizar el personaje?

Pues sí, a varios miedos. El primero, trabajar con Isabel Coixet, una directora a la que admiro mucho; yo nunca iba a entrar en el círculo de actores que ella requería... Bueno, es una de esas ideas absurdas que uno tiene y que atentan contra uno mismo. Eso me pasaba con Isabel. Y luego, cuando ya tuve el guión en mis manos, pensar que iba a estar a la altura: acercarme a lo que ella ideó cuando escribió aquello. Y también estar a la altura de mi compañero...

Supongo que Javier Cámara también se enfrentó a ese miedo , ya que su personaje dista mucho de los que habitualmente realiza.

Lo que pasa es que Javier ya había trabajado con Isabel y tiene muchas tablas en muchas cosas: ha hecho mucho teatro, tiene un control de las cámaras, ha hecho mucha televisión... Yo para eso soy más díscola.

Además de la historia de amor, hay un trasfondo social en la película que critica desde los recortes en Sanidad hasta la tiranía de los sistemas financieros.

En eso estamos metidos de lleno todos. Los recortes en Sanidad; los matrimonios que se tiran por la ventana porque van a perder su casa; las personas con ochenta años a los que les han quitado los ahorros de toda una vida; la cantidad de madres que están alimentado a sus hijos con lo que encuentran en los contenedores... Estamos aquí. Eso es lo más miedo me da.

¿Los premios en su profesión no garantizan trabajo?

Ni prestigio. Estoy satisfecha con los premios que me han dado. Pero no vivo el día a día y no estoy instalada en la actriz que soy. Un médico es médico en un avión y en cualquier lado. Un actor, si no está rodando o en un escenario, no es nada.

Su personaje dice en un momento de la película. «A veces la vida es una puta mierda porque sí. Sin razón ni explicación». ¿Lo cree?

Al cien por cien. La vida es a veces así y no hay que darle explicaciones. No hay ninguna razón.

La película no da mucho espacio para el optimismo.

Los finales felices son para las comedias románticas, que nos han hecho mucho daño. Que venga Richard Gere a caballo con un ramo de flores siendo tú puta... Eso pasa muy poco.