Ser figura del toreo es algo muy complicado. Casi imposible. Sólo está al alcance de unos pocos escogidos, y Miguel Ángel Perera es uno de ellos. Lo es por distintos motivos, y uno de ellos lo plasmó ayer sobre el albero de La Malagueta. Una figura del toreo es capaz de jugársela cuando las circunstancias lo requieren, y así lo hizo a carta cabal en el primero de su lote.

El toro de Los Recitales, astifino, fue recibido con gusto con el capote, y siguió levantando el nivel en la réplica a un quite de Daniel Luque por gaoneras. Pero lo importante estaba aún por venir, y tras brindar al respetable, el burel le avisó hasta en dos ocasiones de que no estaba dispuesto a ponérselo fácil. Tirar la toalla ante las constantes coladas habría sido lo más sencillo, y ahora se le estaría justificando. Pero no, Perera supo ver que había algo más y firme le plantó la muleta en la cara para tirar de él en un circular larguísimo. Luego llegó la cogida, afortunadamente sin consecuencias, pero que le obligó a ponerse un pantalón vaquero para tapar ´sus partes´. Sin inmutarse, siguió toreando por ambos pitones con tandas de emoción ante un toro que quería comerse los engaños. Sólo sus fallos con los aceros le privaron de una puerta grande que habría sido de justicia.

Tampoco le ayudó el sobrero de Julio de la Puerta lidiado en quinto lugar, otro con peligro que literalmente no quería pasar por ninguno de los pitones. En este caso no valía la pena quedarse en su cara, y con buen criterio abrevió.

El lote. El lote se lo llevó Manuel Jesús ´El Cid´. No es que fueran dos toros brillantes, pero sí muy toreables. Y el de Salteras lo hizo sólo a medias, dejando patente que no se encuentra en el mejor momento de su carrera. En realidad, al gran Cid de los últimos años nunca le hemos visto en La Malagueta. En el que abría plaza, que se desplazaba sin complicaciones, anduvo al hilo del pitón. Sólo en una tanda por naturales que quiso ajustarse sonaron los olés. Lamentablemente, todo fue un espejismo y la faena terminó por diluirse entre enganchones.

También cogía los engaños con calidad el cuarto, y por momentos llegamos a pensar que aquello iba a tener consistencia. Pero tampoco. Bien en los primeros compases al conseguir que no le tocara el toro la franela, hasta conseguir una excelente tanda de naturales; finalmente la faena no mantuvo el ritmo creciente y, al igual que el de Los Recitales, todo terminó por venirse abajo.

Sin opción. En el caso de Daniel Luque se esperaba un auténtico ciclón, que va cosechando triunfos allá donde va. Pero en Málaga terminó por aburrirse ante las adversidades. Como buen gallo de pelea, salió al quite en la primera ocasión que tuvo, pero Perera le ganó la partida. En su lote, en primer lugar el correspondió otro toro que, en la línea del primero del pacense, tampoco se definió al tomar los engaños. Pero en este caso no tenía la emoción de su hermano. Cuando quedó claro que era un manso sin opciones optó por tomar los aceros. En el que cerraba una tarde que ya estaba demasiado cuesta arriba, Luque se encontró con el remiendo de De la Puerta, que además se orientó pronto. El toro sabía lo que se dejaba atrás, pese a lo que intentó imponerse a él con toques fuertes. Al comprobar que no era posible ligar y que tampoco tenía trascendencia el esfuerzo, el diestro abrevió nuevamente.