Mangas Verdes, antigua tierra de viñas en las lomas de Ciudad Jardín, creció gracias al auge de la construcción en la Málaga de los 60 y 70. Miles de habitantes de pueblos y núcleos como Olías, Colmenar o Casabermeja bajaron a la capital para trabajar como albañiles y ellos mismos levantaron sus casas.

Ahora, la caída de la construcción ha sumido el barrio en el paro y muchas familias subsisten como pueden. Es el caso de Ana Moreno, cuya pensión de viudedad la destina a mantener a una hija y un nieto. "Les doy de comer y con una pensión que tengo de 500 euros, lo que hago es puchero, que me dura dos o tres días, y pongo caldo, fideos, otro día arroz, sopa y así". Su hijo también se encuentra en paro.

El de Pepi Martos es el único sueldo que entra en la familia, y eso que por dos horas que trabaja de monitora en un colegio recibe 195 euros. "Somos cuatro en casa y mi marido está con el desempleo, trabajaba en la construcción pero está en paro desde septiembre". En la familia de Pepi hay unas 12 personas en paro, que ella recuerde.

El hijo de Amparo López, también del barrio, ha tenido que regresar a la casa familiar "porque la cosa está muy mal". Su hijo trabaja en la hiperronda pero, como recuerda Amparo, "él no sabe si la cosa va a ser para dos meses". Haciendo memoria, esta vecina de Mangas Verdes calcula que en su calle hay ahora mismo ocho personas en paro.

En casa de Carmen Nevado están en el desempleo una de sus hijas y su marido. "Trabajaba en la obra y lleva un mes parado", destaca. La situación no parece llevarla bien: "Él de momento está aburrido. La desesperación vendrá más tarde porque él sólo sabe trabajar", resalta. En cuanto a ella, ama de casa, cuenta su paradoja, como la de muchas mujeres del barrio:?"Yo trabajo pero no cobro".

La que aporta más dosis de esperanza es Carmen Martínez, ex trabajadora de Cortefiel:?"La crisis de los noventa también fue muy grande, yo esto no lo veo tan mal, como en mi niñez lo he pasado tan mal...". Carmen, con 60 años, lleva trabajando desde los 12 años y ahora está prejubilada.

Carmen Nevado también cree que esta pésima racha para el barrio "tendrá que pasar, porque no siempre vamos a estar así".

En el caso de Pepi Martos, esta vecina ya ha tomado algunas medidas como renegociar su hipoteca con el banco y así ha logrado que los 1.200 euros mensuales se conviertan en 360. Un alivio.

La crisis se nota en el ambiente. En los grupos de hombres jóvenes que pasean por el barrio a horas de trabajo. "Cuando les veo les pregunto qué tal les va y me contestan: Aquí dando una vuelta", cuenta Pepi Martos, que además resalta que el paro se está notando en los comercios de Mangas Verdes. "Mi hermana tiene un puesto de verduras y quien antes venía y se llevaba un kilo de tomates ahora dice: Ponme dos tomatitos".

La parroquia del barrio también se hace eco de la situación. Amparo López, que colabora con la iglesia, cuenta que la parroquia se hace cargo de facturas de la luz y dirige a los vecinos en apuros a Cáritas. El barrio nacido del ´boom´ de la construcción vive como pocos los estragos del fin de la economía del ladrillo.