El recorte inversor previsto por el Gobierno central en investigación e innovación puede suponer un lastre insalvable para muchos equipos de la UMA, que para poder subsistir están ideando estrategias para fusionarse con otros grupos de otras instituciones académicas. Pueden ocurrir dos cosas: que el Ministerio establezca condiciones más exigentes para patrocinar una investigación y dé más dinero a menos equipos o, por el contrario, que reparta la inversión entre todos los candidatos, pero que estos recursos sean insuficientes para mantener la actividad. De ahí la iniciativa por fusionarse.

Es una opción que está estudiando Víctor Muñoz para continuar desarrollando su proyecto de robot quirúrgico. "Podríamos plantear proyectos coordinados con la Universidad de Valladolid, con la Miguel Hernández de Elche o con la del País Vasco" señala. De este modo, se pueden aprovechar infraestructuras ya existentes y lograr una mayor masa crítica para obtener la deseada inversión. "Estas alianzas no son potestad de las universidades, sino de los distintos equipos de investigación", explica José Ángel Narváez, vicerrector de Investigación de la UMA.

Es una opción válida para subsistir y avanzar en los distintos campos de investigación. Según Narváez, la Junta de Andalucía ha optado por la opción de reducir los equipos que patrocinan, aunque ha aumentado la cantidad monetaria que manejan. La inversión de las administraciones públicas, hoy por hoy, es fundamental.

Y es que, de un tiempo a esta parte, la productividad científica de la UMA y su capacidad para captar recursos externos se ha multiplicado. Sin embargo, aún no es suficiente para competir con otras instituciones académicas españolas y, menos aún, norteamericanas, alemanas o japonesas. "La cultura del mecenas privado aún no está muy desarrollada en España. Para que una empresa se interese por tu proyecto tiene que estar ya muy avanzado", subraya Víctor Muñoz.

´Fuga de cerebros´. La ´fuga de cerebros´ parece irremediable, lo que perjudica la competitividad de las empresas españolas. Existe mucha dificultad para incorporar a investigadores universitarios, que una vez que defienden sus tesis, se marchan con mejores condiciones laborales al extranjero. En el caso del equipo de investigación que comanda Francisco Javier Gordillo, las dificultades son cada vez mayores. Cada expedición cuesta unos 20.000 euros (manutención y alojamiento de tres investigadores y alquiler del laboratorio alemán en el archipiélago Svalbard). "Y esto corre de nuestro bolsillo", señala, como ejemplo de la precariedad en la que se ven obligados a trabajar.