Una mirada a Málaga´. Así reza el nombre que María Gámez colgó en su blog cuando comenzó en marzo de 2009 a compartir sus experiencias en la red. Al bucear en sus archivos, uno descubre la frescura que irradia María. Una crónica de un partido del Unicaja, defensas numantinas del papel de la mujer, reflexiones sobre problemas cotidianos, un comentario de un libro... lo que permite ya dibujar un esbozo de la candidata del PSOE que disputará la alcaldía de Málaga a Francisco de la Torre.

Esa curiosidad por otear el horizonte más cercano le viene de pequeña. Es la menor de once hermanos y parte de su infancia la vivió observando el horizonte de la provincia desde el faro de Punta Doncella, en Estepona, donde residió con su familia hasta que cumplió diez años. Su padre, Antonio, era el farero del municipio y tuvo que hacer muchas cábalas y esfuerzos para sacar adelante una familia tan numerosa, aunque todos colaboraban. Su madre, Carmen, ejercía esporádicamente de canguro para los extranjeros que veraneaban por aquellos lares y sus hermanos más mayores se buscaban la vida por los hoteles de la Costa. Once bocas, son once bocas.

De todos los hermanos, tres tienen estudios superiores y María, gracias al tesón de su madre y a la ayuda de un benefactor aún anónimo pudo estudiar en el colegio La Sagrada Familia de Málaga, un colegio de monjas. Más tarde trabajó como interina en la delegación de Agricultura para poder costearse la carrera de Derecho, que terminó con un expediente de sobresaliente a pesar de que sólo pudo acudir el primer año a clase y tuvo que tirar de los apuntes fotocopiados de sus compañeros en las pocas horas libres que tenía.

Pronto se incorporó al engranaje de la Junta de Andalucía, donde fue subiendo peldaños técnicos con la misma agilidad que durante su infancia ascendía por las escaleras del faro esteponero. Primero se enroló en la Consejería de Agricultura en 1990 y de ahí pasó a asesora en 1992 en la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz y más tarde por varios departamentos de la administración andaluza hasta incorporarse como técnico en departamentos de gestión económica y administrativa de diversas consejerías.

Fue en 2004 cuando accedió al primer cargo político. Con 35 años, María Gámez asume la Delegación de Innovación en Málaga y conoce de primera mano la gestión política. Aunque en alguna entrevista ha confesado que se sentía socialista desde pequeña, fue en ese año cuando solicitó el carné del partido.

Durante sus años de actividad política, María Gámez ha sorprendido por ser una persona tolerante, accesible y muy comprometida. En más de una ocasión ha manifestado que siente parte de la ´generación bisagra´, en alusión al camino que aún queda por recorrer para que la igualdad entre hombre y mujer en todos los aspectos de la vida no se logre sólo a golpe de normativa. Separada, y con dos hijos, conoce muy bien los esfuerzos que debe realizar una mujer para conciliar su vida laboral y familiar. Para ella, su tiempo es lo más valioso y aunque trata de dar un plus de calidad al que pasa con sus hijos, sabe que para una madre es más difícil.

Delegada del Gobierno. En 2007, se enfrentó a su primer gran reto político. La división que reinaba entonces entre las distintas familias socialistas ayudó a que diera el salto a la Delegación del Gobierno andaluz en Málaga. Gámez, ajena a la vida orgánica del partido, no despertaba especial recelo en la variopinta comunidad socialista. Y el reto no era menor. Debía asumir la responsabilidad de ser el rostro y la voz de la Administración autonómica en Málaga y batallar con la continua cantinela de los dirigentes populares que hicieron del discurso del agravio su bandera. No fue fácil la travesía en la que tampoco ayudó la constante agitación que vivía el partido en Málaga, que encaraba, una vez más, un congreso dividido.

Sus detractores, que de todo hay en esta vida, aseguraban entonces que carecía del manejo de los tiempos políticos, que era blanda y que cubría poco espacio para plantar batalla y defender los intereses del gobierno andaluz ante un extenso elenco de alcaldes populares, veteranos en esto del cuerpo a cuerpo. Sobrevivió también al cambio radical que se produjo en la dirección del partido en Málaga en 2008 con la salida de Marisa Bustinduy y la llegada de Miguel Ángel Heredia. Gámez ha vivido también desde su particular atalaya la convulsión que supuso la marcha de Manuel Chaves de la Junta de Andalucía y la llegada de Pepe Griñán, que la ratificó en el cargo a preguntas de un periodista en una rueda de prensa. Hubo tensión hasta que el presidente respondió en su primera visita a Málaga.

María simboliza también el cambio generacional que el PSOE malagueño y andaluz está viviendo. Griñán ha fulminado a la vieja guardia y ha invertido en futuro con una ejecutiva muy joven para dotar de músculo a un partido que atraviesa sus horas más bajas, según pronostican todas las encuestas. Esta apuesta por la juventud ya la inició en Málaga Miguel Ángel Heredia y bajo su protección han emergido figuras interesantes como Javier García León o Susana Radío, que se suman a los nuevos valores del socialismo malagueño que representan Enrique Benítez, Manuel García o Pilar Serrano, por citar algunos. María Gámez comparte con todos ellos algo más que formar parte de la nueva camada que debe recuperar el discurso de la modernidad en Málaga del que tan lejos han permanecido durante años.

María Gámez tiene desde el jueves la misión de llevar ese discurso a la capital de Málaga. Es una apuesta arriesgada de Miguel Ángel Heredia, que desde el principio se decantaba por la delegada del Gobierno como candidata a la alcaldía. Así se lo ha hecho saber en varias ocasiones a Pepe Griñán, que avaló la hoja de ruta del secretario general de los socialistas malagueños en la rocambolesca tarde noche del pasado jueves. En el PSOE saben que María representa futuro y quién sabe si presente. Están convencidos de que Francisco de la Torre no aguantará una foto con ella. Juventud frente a veteranía. Cansancio frente a aire fresco, comentan. Creen que su figura suma más que resta. De hecho, destacados miembros de la sociedad económica y social de Málaga comentaron ayer a este periódico que Heredia ha acertado en la elección de la candidata.

A parte de ser una apuesta personal, el secretario general mantuvo el juego de los indicios con el aspirante a candidato para aspirar a la alcaldía. Pero Heredia intuía que José María Martín Delgado, en caso de derrota, aspiraría a salir cuanto antes del banquillo de la oposición. Demasiadas aspiraciones, pensaría. Como hicieron ya otros tantos socialistas al calor de cargos públicos más apetecibles y menos farragosos. Ahora, con María Gámez el PSOE se plantea la batalla de Málaga a más largo plazo. Ganar el próximo año es difícil. Las encuestas y el poco conocimiento de la actual delegada del Gobierno juegan en su contra, aunque éste es el menor de los problemas.

Durante años ha sido la voz de la Junta de Andalucía en Málaga, precisamente la institución en la que el alcalde Francisco de la Torre ha centrado todos sus dardos para mantener vivo el discurso del agravio, según los socialistas o, como dice él, la defensa de los intereses de Málaga. Le resultara, por tanto, fácil al candidato del PP sacar a colación las polémicas de los fondos Feder, el Plan de Ordenación Urbana de Málaga, el macrohospital, el metro, Arraijanal... y cuantos proyectos se quieran.

La batalla está servida y, como es habitual, primero deberá superar las reticencias de la vieja guardia del partido. Pero ahí contará con todo el apoyo de Heredia, su valedor, que ha demostrado en los dos años que lleva al frente del partido que no le tiembla el pulso para cambiar y modernizar un partido cuya cuenta de resultados era más bien escasa. María Gámez representa esa nueva mirada que el PSOE quiere para Málaga. Es joven, tiene talento y aporta ese necesario aire fresco. Es algo distinto, que no es poco.