José Eugenio ni siquiera fuma. Pero su local huele a tabaco desde hace 10 años, cuando lo abrió. Está en la urbanización Guadalmina, en el núcleo marbellí de San Pedro Alcántara. Era un asador conocido por su buena carta. Ahora lo es por un cartel, el que indica a sus clientes que pueden fumar en su interior pese a la ley que lo prohíbe.

El propietario del Asador Guadalmina lleva 25 años en Marbella. Es nacido en San Sebastián y emigrante de su pueblo por obligación. Ahora quieren obligarle a cumplir una ley que no comparte. Pero no piensa acatarla. «Si me cierran el local, me voy de España», augura, no sin tristeza.

«Es una ley discriminatoria y dictatorial. En ningún momento se ha planteado evitar los males que el tabaco produce», afirma. «Se vende en los kioskos, en los estancos y ahora también en los restaurantes. Pero no prohíben su venta», añade.

El hostelero insumiso defiende su negocio. Asegura que el 80% de su clientela fuma y que, si lo prohíbe, dejarán de comer en su restaurante. «Yo vivo de esto, es mi negocio privado y pago mis impuestos», sostiene.

Vitoreado

Buena parte de su clientela aprovechó ayer las cámaras de televisión para aplaudir su decisión. «Tú si que tienes lo que hay que tener», le decía una señora. «Los españoles estamos acobardados», sostenía. «No defendemos lo que creemos», concluyó.

José Eugenio no tiene miedo. Menos aún a un inspector de Sanidad. «Conozco a uno que está rondando el local desde esta mañana», comentaba ayer. Finalmente, entró y levantó acta de su infracción. Aún así, no le teme al acta ni a la multa. «Se recurrirá», contesta.

Tampoco esconde su descontento con el Gobierno actual del Partido Socialista. «Lleva siete años destruyendo España», asegura explícitamente en el ya conocido cartel que mantiene pegado a los cristales de su negocio.

Le da trabajo a 16 familias que, en caso de cierre, «se quedarán en la calle», argumentó ayer. «Entendería que prohibieran fumar en la terraza de mi negocio, que es vía pública y por tanto no me pertenece, pero ¿ dentro de mi restaurante? no», se planteaba.

Otra cosa es la venta ambulante. Esa sí que la prohíbe explícitamente, incluidas las mesas de su terraza. «He sufrido bastantes robos dentro de mi negocio por este tema y, curiosamente, cuando he llamado a la policía nunca me han hecho caso», afirma. Otra cosa es la libertad de sus clientes. «Yo seguiré luchando porque puedan fumar, si quieren».