Si algo quiere subrayar José Antonio Sierra es que en modo alguno se considera fundador sino «sólo uno de los promotores del Instituto Cervantes» .Otra cosa es que su participación, aunque él no lo diga, haya sido decisiva para echar a andar la institución que mejor difunde las lenguas españolas por el mundo.

Como ya comentamos el año pasado en un Mirando Atrás sobre su trayectoria, este abulense de Villanueva de Gómez, de la cosecha del 36, marchó a Irlanda en 1969, después de formarse en Francia y el Reino Unido. Un año más tarde había creado el primer servicio de difusión del español en el extranjero (en Dublín), que sirvió de modelo para centros de Australia y Suecia y que incluía la publicación de artículos en prensa valorando las ventajas de aprender español.

Como director del llamado Instituto Cultural Español en Dublín puso en marcha otras novedades como la posibilidad de poder estudiar, además de castellano, el resto de lenguas de España. «Si no había demanda suficiente de alumnos, tenía el teléfono de personas que podían darles clase y les dejaba las aulas del centro», explica José Antonio, que desde hace casi una década reside en Málaga.

Otra de sus innovaciones fue la creación de un centro de recursos, que ya en el año 75 ofrecía en Dublín documentales, diapositivas, discos y cintas de forma gratuita a los profesores de español.

Con este bagaje, y aunque en la actualidad se considera «fumador pasivo de la política», no es extraño que la socialista Carmen García Bloise le encargara las líneas del programa electoral del PSOE sobre la política cultural de España en el mundo para las elecciones del 86. «Tardé seis meses en preparar el informe», confiesa.

En él aparecía como punto fuerte la creación de un «centro coordinador», en un momento en el que existían ya 27 centros culturales de España en el extranjero.

Además de este centro coordinador, que nacería con el nombre de Instituto Cervantes cinco años más tarde, propuso que los institutos se autofinanciaran, «para que no fuesen una carga para el contribuyente» y que difundieran las lenguas y culturas de España, algo que luego hizo el Cervantes.

También propuso estatutos para el personal y algo en lo que su centro de Dublín fue pionero: certificados y diplomas en lengua española.

Todas estas líneas de acción se recogieron luego para el nacimiento del Cervantes, incluida una propuesta que formuló a la dirigente socialista: el que la sede del Cervantes estuviese en Alcalá de Henares. «Por su conexión con Cervantes y por ser una ciudad histórica y universitaria», explica. La sede, de hecho, estuvo los primeros años en Alcalá de Henares hasta que pasó a Madrid por cuestiones de operatividad.

Hay una cuestión en la que José Antonio Sierra niega cualquier conexión, pero en todo caso, se trata de una bonita casualidad (o quizás no lo sea): el centro de español de Dublín utilizó como símbolo durante años una eñe gigante, la misma que después se convirtió en el emblema del Cervantes.

El primer centro de Irlanda en el que no se podía fumar

Si hablamos de medidas pioneras, en el curso 82-83 el Instituto Cultural Español de Dublín se convirtió en el primer centro de trabajo de Irlanda y en la primera institución cultural española en el extranjero en la que se prohibió fumar. El centro editó además el folleto Elimina los malos humos. «El instituto tenía el suelo de moqueta y el humo se impregnaba. Además, los profesores se quejaban porque el edificio tenía tres plantas, el humo iba hacia arriba y había problemas con los ojos y la garganta», recuerda el ex director del centro José Antonio Sierra. La medida al principio recibió críticas: «Vinieron alumnos a decir que no volverían a matricularse, hubo también profesores que pusieron el grito en el cielo». Pero llegó a un acuerdo con el personal fumador para que fumaran en una habitación en el último piso, «con las ventanas abiertas».

El resultado fue espectacular: «Al año siguiente no fumaba ya nadie, subió el número de socios y de alumnos y conseguí que la compañía de seguros me hiciera un 25% de descuento en el seguro contra incendios y en el de responsabilidad civil».