Algunos entreven soluciones a problemas que no acaban de enunciarse. Otros se mueven en la abstracción con la misma naturalidad que en el parque. La sobrecapacitación intelectual sólo tiene una cosa en común, lo extraordinario, lo que se aleja de la media. La identificación resulta compleja, pero a veces se asienta en parámetros que, si bien mantienen diferencias entre sí, se repiten con frecuencia.

Lo más habitual es la formulación de cuestiones y comportamientos impropios de la edad. Son niños que en la etapa en la que todavía se prohíbe la manipulación de juguetes punzantes se preguntan por la muerte y el origen de la vida. «Suelen mostrar interés por todo y se plantean cuestiones éticas como la justicia universal.

Tienen mucha sensibilidad, en el sentido de percepción de los cambios», razona José Luis Sánchez. Generalmente, se aprecian diferencias entre niños y niñas. Éstas, más pendientes de lo social, llegan, incluso, a reprimir e ignorar sus capacidades para no ser excluidas del entorno.