«Desde que salió de la cárcel y empezó a pasar las vacaciones de verano y la Semana Santa aquí en Torre del Mar, no había una mañana en la que no se levantara antes de las siete y media de la mañana para tomarse su café con leche, sin tostadas ni nada más». El propietario de la cafetería Torres de Colón –situada frente a la comisaría de policía torreña– puede presumir de ser una de las personas que más ha tratado en las distancias cortas a Antonio Tejero.

Manuel, sin embargo, sostiene que el protagonista del 23-F se ha mostrado para todos sus vecinos como una persona muy huraña. Y es que si hubiese podido «pedir el café sin abrir la boca», lo habría hecho. «No le daba tema de conversación a nadie, porque seguro que no son pocos los que le han podido decir de todo en la cara». Como el más tímido de los turistas, Tejero apenas se ha integrado en la sociedad axárquica.

«De su casa, en la primera planta del edificio Antillas 13, bajaba a la playa para tomar el sol o, hasta hace unos años, para darse paseítos en una barquilla de unos cuatro metros que siempre guardaba en su cochera. Luego al restaurante del Club Náutico, que en esta época del año está cerrado, y de ahí a su piso. Siempre con su mujer y a veces con su hermano Ramón, que tiene otra casa aquí». El relato sobre la vida cotidiana del ex teniente coronel parece esconder muy pocos altibajos.

Carta a un diario de Melilla

Uno de los asiduos del restaurante del Club Náutico recuerda la carta que Tejero publicó hace unos cuatro años en un diario de Melilla. «Llevaba como diez años pasando temporadas aquí y se habló mucho de la carta que había mandado avisando de que el Estatuto catalán había que pararlo como fuera para evitar que se rompiera España». Pero lo paradójico es el silencio que, sin embargo, ha mantenido de forma rigurosa entre el vecindario.

«Se le puede catalogar de persona correcta, muy correcta, en el trato. Pero no esperes un comentario sobre el Golpe, porque ni siquiera su hijo Moncho, el cura de Mijas, que a veces viene por aquí y nos cuenta algún chiste, saca un tema que en la familia debe haber quedado como algo tabú», indica Antonio Márquez, responsable de limpiar los jardines próximos a las llamadas Torres de Colón de Torre del Mar, donde se localiza el reseñado inmueble de Tejero.

No menos conocido en la zona es su otro hijo, también Antonio Tejero como su padre e igualmente teniente coronel de la Guardia Civil. En este caso, algunas personas que lo han tratado personalmente lo consideran como alguien de «enorme cultura» y que es «víctima de la herencia de su apellido».

Al parecer, Tejero Díez presenta el cuadro de servicios y la formación adecuada como para estar al frente de una comandancia provincial. «Pero aunque lo ha intentado tres veces, por lo menos, al haber vacantes en Melilla y en otras provincias del país, siempre le han respondido de forma negativa».

Conviven incluso en Torre del Mar personas que se consideran «especialmente» alejadas de las tesis que generaron el intento golpista de 1981, por haber pasado la mayor parte de su vida en tierras vascas. «Esta tierra es ideal para pasar el verano si tienes problemas de huesos, porque estos días tenemos hasta más de 20 grados a mediodía. Aquí hemos visto pasar temporadas a Tejero, a Santiago Carrillo y al líderes catalanes, cada uno con su ideología. E incluso a viejos mandos del Ejército alemán. Vienen además porque, con tanto turista, nadie conoce a nadie. Puedes vivir sin trato con la gente», dice Jon Mínguez.

Y justifica de la mejor forma posible, con su testimonio, los motivos por los que apenas se le recuerdan anécdotas a Tejero, desde que hace década y media empezó a ser reconocido junto al paseo marítimo de Torre del Mar.