Los hoteles de la Costa del Sol no son los únicos que sufren las consecuencias de la falta de planificación del turista. La tendencia, terca y repetitiva, a la reserva de última hora también afecta al turismo rural, que todavía únicamente puede apelar a expectativas para aventurar el comportamiento de los meses de julio y agosto. Las empresas, no obstante, no han querido este año cruzarse de brazos y han apostado por reconducir la costumbre a través de ofertas. Albergues, casas y chalés se han sumado también al programa de descuentos por compra anticipada, si bien con fortuna similar a la del resto del sector.

De acuerdo con Monsalud Galindo, de Rural Andalus, las ofertas dirigidas a evitar el atolondramiento del viajero no han obtenido el efecto esperado. Se han vendido paquetes, sí, pero no al ritmo que se presuponía por la generosidad de los precios. En algunos casos se han llegado a rebajar las contrataciones hasta un veinte por ciento. Una oferta que, sin embargo, no ha logrado evitar que se repita el baile de cifras del último momento.

En esto se advierten diferencias entre las distintas nacionalidades. Los turistas extranjeros, al menos en lo que respecta al interior, mantienen una actitud ejemplar, con contrataciones veraniegas perfiladas a todos los efectos en febrero o marzo. Los españoles, como decía Amadeo de Saboya, son ingobernables y también en esto se dejan notar con sus improvisaciones. «Los de fuera reservan antes porque tienen que arreglar el vuelo», tercia la experta.