Ha pasado tiempos difíciles, pero el turismo comienza a recuperar la senda alcista. El primer semestre del año se cierra con cifras positivas, lo que demuestra que la temporada baja cada vez lo es menos, pese a que la crisis ha impedido que la estacionalidad se desdibuje, y que el turista ha vuelto sus ojos a una Costa del Sol que pide a gritos que su principal industria se aleje de la mala coyuntura económica. Los buenos tiempos se empiezan a vislumbrar en el horizonte y eso se deja ver en el retorno de nuestros principales mercados (el británico y el alemán) y en la fidelidad de un mercado nacional al que, no obstante, la crisis no le permite demasiadas fiestas. Mejoran las perspectivas y el optimismo moderado es el discurso de políticos y empresarios, aunque estos últimos no quieran lanzar las campanas al vuelo demasiado pronto.

Pero, ¿se acaba la crisis para el sector o ha sido el sector el que ha cambiado para dejarla de lado? Lo cierto es que en estos tiempos la adaptación a lo nuevo es más que necesaria. Ya no vale sólo el sol y playa. El turista es más exigente, quizá porque está mejor informado y porque su bolsillo no anda muy lleno. Quiere calidad a buen precio y con alternativas de ocio. Y afortunadamente en la provincia lo está encontrando. Los planes de la Consejería de Turismo y del área de Turismo de la capital están demostrando que es posible ese cambio, aunque sólo estemos en el inicio de un largo camino. Hay hueco para el optimismo. Marbella se recupera, Málaga capital bate récords de visitantes, la provincia va entendiendo que tiene una amplia oferta en su interior… Y las cifras vienen a confirmar esa sensación de mejoría, aunque todavía hay que recuperarse en aspectos como la rentabilidad o el empleo y abrir esos hoteles que la crisis dejó en el ostracismo y el olvido. La Costa del Sol está en un momento clave. Ahora no debe quedar espacio para la apatía o los errores del pasado. De ahí que la máxima colaboración entre administraciones y de éstas con los empresarios sea ahora más que obligada. El turista reclama su lugar en Málaga y hay que mostrarle nuestr0 mejor rostro. No queda otra.